DISCOTECA. Los locales nocturnos siguen acaparando gran parte de los problemas acústicos.
Ciudadanos

Decibelios a toda costa

Ciclomotores y ocio nocturno siguen copando las denuncias de ruido en los municipios costeros y en el interior aumenta la conciencia del problema

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ciclomotores y ocio nocturno se mantienen como los problemas de contaminación acústica que más se repiten en la provincia, y lo hacen tanto en las zonas costeras como en el interior. Además, en el caso del botellón y los bares de copas, se trata de fenómenos que han perdido la estacionalidad -eran más habituales en la época veraniega- y que se repiten durante todo el año. La avenida de los Remedios en Alcalá del Valle, uno de los lugares más frecuentados por lo jóvenes en la Sierra, o Zahara de los Atunes, en Barbete, son sólo dos ejemplos de los efectos nocivos para la calidad ambiental de las concentraciones nocturnas. Sin embargo, hay motivos para la esperanza, pues «la concienciación de los ayuntamientos y también de los particulares cada vez es mayor», explica uno de los mayores expertos en la medición de ruidos de la provincia, Ángel García Loureda, técnico del Departamento de Contaminación Acústica del Área de Medio Ambiente de Diputación.

Ángel lleva muchos años colaborando con los ayuntamientos de menos de 50.000 habitantes en la medición de la contaminación acústica y más de 30 municipios gaditanos le llaman de forma habitual para establecer diagnósticos sobre las zonas más perjudicadas por el ruido en cada población. «Cuando un informe declara una zona como saturada acústicamente, la ley permite un control más estricto de la hora cierra e impide la apertura de nuevos locales», explica.

Su primera advertencia es que no hay unos municipios más ruidosos que otros. «Todas las poblaciones tienen problemas en función de sus características, no se puede señalar a uno que sobresalga por encima de los demás. Los problemas puntuales se dan en todos», asegura. La prueba es que desde su departamento apenas dan abasto con todas las solicitudes que reciben desde los ayuntamientos. La segunda puntualización va contra la mala fama que tienen los consistorios a la hora de combatir el ruido. «Era cierto hasta hace un tiempo, pero en los últimos dos años ha habido un cambio radical y los municipios cada vez están más concienciados», explica.

Así, localidades como Alcalá del Valle, donde se producen grandes aglomeraciones de personas durante el fin de semana, han fomentado jornadas de sensibilización sobre este problema que se han prolongado durante un mes. «Uno de los que más adelantados es Rota y en Arcos se ha hecho un trabajo fantástico con los jóvenes para que se conciencien del problema», relata.

Los problemas de siempre como el ocio nocturno y los escape de los ciclomotores, sin embargo, están empezando a ser desplazados por otros fenómenos nuevos consecuencia del crecimiento de los municipios. Por ejemplo, la instalación de supermercados en locales que no están preparados para soportar «todos los motores que necesita la maquinaria de congelación o de las carnicerías». También la proliferación de aparatos de aire acondicionado o la instalación de equipos para generar electricidad en los edificios.

En muchas ocasiones las denuncias de los vecinos llegan cuando ya se ha producido un problema grave. Las consecuencias de la exposición excesiva y continuada a la contaminación acústica pueden derivar en cuadros de estrés, ansiedad, depresión e insomnio y producir consecuencias muy graves. Es el caso de un matrimonio en Villamartín, del que Ángel fue testigo. «Acababan de comprar una casa y por culpa del ruido no pudieron ocuparla. La mujer y el hijo tuvieron que dormir con su familia y el marido con la suya, la situación era tremenda». Y no son casos excepcionales. La reglamentación exige unos niveles de ruido máximos de 55 decibelios por la noche en la calle, pero la mayoría de las discotecas elevan esa cantidad hasta los 90 decibelios. «Los quads salen de fábrica con 92 decibelios de ruido y contra eso sólo se puede luchar limitando su circulación con ordenanzas», reflexiona.

La Diputación va a lanzar un programa piloto para realizar un mapa de ruidos que se estrenará en Benalup. Sin embargo, estos estudios son caros -unos 30.000 euros de media- con lo que todavía tardarán en generalizarse, pese a que serán obligatorios para la aprobación de los PGOU.