A BORDO. Calderón junto al delegado del equipo. / FRANCIS JIMÉNEZ
Cádiz C.F.

Soltar lastre antes de la tempestad

Partido clave en Albacete: una victoria amarilla cerraría la crisis deportiva pero una derrota volvería a abrir las heridas El Cádiz se enfrenta por última vez a un rival con problemas en la tabla; luego llegarán todos los equipos que están arriba

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Como todos. El Cádiz se lo ha buscado. En apenas dos meses ha dilapidado su estrecho margen de error, y cada partido es clave, una nueva final. La victoria (cualquier victoria) ante el Xerez ofrece una tregua semanal, con caducidad a los siete días y necesitada de la ratificación dominical.

Albacete es, pues, una nueva piedra en el camino. El duelo de la tierra de quijotes y molinos mantiene dos lecturas contrapuestas: un triunfo zanjaría la estremecedora crisis deportiva en aquel aciago día del Córdoba. Pero una derrota reabriría las heridas, aún recientes, y el debate sobre la idoneidad de Calderón como entrenador cadista. Y todo con los miuras a la vuelta de la esquina. Numancia, Sporting, Real Sociedad, Celta, Nàstic y Málaga. Casi nada. La prueba de fuego, los enemigos que pondrán a los amarillos en el lugar que corresponda, más allá de discursos utópicos o grandilocuentes.

Hoy debe ser el final de una etapa oscura. Calderón tendrá que marcar él mismo esa línea del olvido que tanto demanda. El triunfo ante el Xerez ha señalado su senda. Las lesiones y sanciones respetan y el técnico gaditano calcará el once que se llevó el derbi.

Cristian o Enrique

Baraja distintas en la derecha inter, donde cuenta con un Enrique escaso de fuel y un Vella sumido en la duda del desconfiado. Cristian tiene muchas posibilidades de regresar como interior en lugar del extremeño, pero no se descarta como lateral.

Por lo demás, los hombres que dieron la cara en el clásico provincial. Pichichi Paz será la pareja de De la Cuesta, recuperado de sus pequeñas molestias. Gonzalo Vicente calentará, quizás por última vez, el flanco izquierdo hasta la inminente llegada de Raúl López.

Diego Rivas y Bezares conformarán un doble pivote rocoso y fortísimo, aunque escaso de centímetros. Gustavo López correrá la zurda, con Lobos en la media punta y Casas como hombre más adelantado.

Un once de garantías, alejado de aquel tan extraño que salió a empatar en Elche y al que nadie daba crédito. Sigue sin entrar Parri, que no podrá viajar a Albacete para leerle la cartilla a los que forzaron su lesión de pubis. Calderón lo deja fuera de la convocatoria junto a Nano y Yago.

Enfrente, un enemigo engañoso. El Albacete de Quique Hernández, el Capello de Segunda, se puede divisar por el espejo retrovisor ya que se encuentra sumido en los puestos calientes de la tabla. Pero todo se debe a un pésimo comienzo, ya que ahora acumula cuatro jornadas sin perder y ha pasado por la piedra al intratable Málaga y Nàstic.

Los resultados han fortalecido la moral de un equipo que ha tardado en sobreponerse a las salidas tardías de Parri, Calle y Biagini. A día de hoy, están intentando contagiar a una afición que ha abandonado al equipo tras las últimas temporadas, donde ha nadado en la mediocridad. Para esta tarde, el club ha preparado una bandelorada con el fin de jalear y animar a los suyos y asustar a los gaditanos.

Saben que es un día clave. Hernández reconoce que hay mucho que ganar, pero también mucho que perder. Una ansiedad que el Cádiz deberá controlar y aprovechar en beneficio propio. Que nadie espere los primeros veinte minutos del Xerez. Este partido merece una lectura diferente.

Domingo, cinco de la tarde. Fútbol y emoción en estado puro. Albacete es otro escollo más que hay que salvar como sea. El Cádiz debe soltar lastre antes de la tempestad. No es plan de enfrentarse al maremoto con el navío tambaleante y semihundido. El apaño del Xerez necesita alguna puntilla más.