Interior de una fábrica de lápidas. / TAMARA SÁNCHEZ
Ciudadanos

Una oferta casi infinita

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esde 200 euros hasta lo que uno quiera gastarse. Ése es el precio por dejar un mensaje para la eternidad. Aunque lo normal es buscar la simplicidad (el 80% opta por los servicios que ofrecen las aseguradoras: una lápida de mármol tallada cuyo valor no supera los 200 euros), la imaginación post mortem no conoce límites. Hay quien solicita que sobre la lápida se talle un escudo del Real Madrid, una moto o una botella de vino para ahogar las penas por los siglos de los siglos. Todo un arte funerario para despedirse e iniciar el camino hacia el más allá. Pero ni siquiera los difuntos se libran de las temidas hipotecas. Algunos tienen suerte y cuenta con nichos en propiedad o panteones familiares, pero hay quien tiene que abonar una cantidad cada cinco años. En concreto, unos 180 euros por descansar en el camposanto.