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La huelga pierde fuerza ante la firmeza del Gobierno francés

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, reiteró ayer su firmeza en sacar adelante la reforma de los regímenes especiales de pensiones cuando la movilización sindical empezó a dar señales de división y debilidad en la segunda jornada de conflicto. Aunque hubo mayor circulación de trenes, metros y autobuses que la víspera, paradójicamente los atascos en París y otras capitales fueron mayores ya que a muchos automovilistas pilló desprevenidos la continuación de la huelga.

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Según las empresas afectadas, que garantizaron el servicio hoy para la final del mundial de rugby en París, la tendencia es a la normalización. Además, en el caso de los transportes, se han comprometido a reembolsar los billetes a los perjudicados.

Promesa electoral

«Me he comprometido con esta reforma y la haremos», insistió Sarkozy desde la cumbre europea de Lisboa, consciente de que se trata de la promesa electoral clave en su estrategia de ruptura y modernización. «Siempre he dicho que teníamos prioridades sobre las que no podíamos ceder pero que había materia para negociar», añadió en una invitación implícita al diálogo social.

La compañía ferroviaria SNCF dio el primer paso al ofrecer concesiones a los conductores que permitieron a la FGAAC, central mayoritaria en este gremio capital en el bloqueo del tráfico, llamar a la vuelta al trabajo. Las dos únicas organizaciones, entre ocho, que apelan a seguir la huelga criticaron «las discusiones en pasillos» con las que «una categoría salva el pellejo y deja tiradas a las demás». Los sindicatos intentarán recuperar la unidad de acción con una reunión el lunes próximo.

El jefe del Gobierno, François Fillon, repitió que «no es negociable» el principio de cotizar 40 años como el resto de los trabajadores en lugar de los 37,5 actuales para una pensión completa.