FUTURO GRIS. El climatólogo estadounidense Eugene Cordero es uno de los expertos más relevantes de su sector. / JORDI ALEMANY
EUGENE CORDERO CLIMATÓLOGO

«La comida es una de las causas principales del cambio climático»

«Antes de 'Una verdad incómoda', en EE UU se discutía sobre si existía y, ahora, sobre lo que podemos hacer»

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Podemos hacer mucho contra el cambio climático y no sólo en casa y en el coche, sino también a la hora de la compra y en los fogones, según Eugene Cordero.

-La Justicia británica considera que Una verdad incómoda, el documental de Al Gore, está «sesgado políticamente» y que su rigor científico es cuestionable, por lo que ha pedido a los centros escolares que, si lo proyectan, adviertan antes de eso a los alumnos. ¿Está de acuerdo con esa opinión?

-Algunas cosas pueden ser cuestionables, como la relación entre cambio climático y ciclones tropicales, que está en debate en la comunidad científica; pero, en general, el documental responde a los hechos. La mayor parte de lo que dice está basado en información del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Es un documental muy bueno y, al menos en Estados Unidos, ha servido para que mucha gente empiece a hablar del calentamiento global.

-Pero todavía no se ha ido más allá. Se habla mucho, pero se hace poco.

-Así es. Pero, antes de Una verdad incómoda, en EE UU se discutía sobre el cambio climático y, ahora, sobre lo que podemos hacer.

-Los políticos son muy lentos a la hora de tomar decisiones. ¿Qué puede hacer el hombre de la calle contra el cambio climático?

-Podemos reducir nuestro consumo de energía no sólo en casa y en el transporte, sino también en lo que se refiere a los productos que compramos. La producción y el transporte de todo consume energía.

-Usted ha escrito, con la chef Laura Stec, un libro sobre cocina y cambio climático, ¿qué relación existe?

-Nuestra comida es una de las causas principales del cambio climático.

-Se dice que las explotaciones ganaderas son grandes emisores de gases de efecto invernadero. ¿Es cierto?

- Sí. Entre un 16% y un 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero tiene un origen ganadero. Imagínate que tenemos dos platos en la mesa: uno de carne con patatas y otro de arroz con alubias. La producción del de carne ha exigido muchísima más energía.

-Entonces, ¿tenemos que hacernos vegetarianos?

-No. Pero sí deberíamos modificar la dieta. Si uno pasa de una dieta fundamentalmente carnívora a una fundamentalmente vegetal, comiendo carne una o dos veces por semana, ahorrará lo mismo que si pasa de conducir un todoterreno a llevar un utilitario.

-Así que, para luchar contra el cambio climático en la cocina, lo mejor es hacer lo que recomiendan los nutricionistas: mucho vegetal, algo de pescado y poca carne.

-Exacto. Y otra manera de luchar contra el cambio climático es consumir alimentos locales. Comer, en vez de piñas, manzanas. Lo mismo pasa con el pescado: hay que comer el que se capture cerca y no traerlo de Sudáfrica. El etiquetado de todo producto debería incluir de dónde viene y cuánta energía se ha necesitado para producirlo y transportarlo, para que el consumidor pudiera elegir.

Medidas impopulares

-Ha citado los todoterrenos, que parece que se venden más que nunca. ¿No tendrían que gravarse con más impuestos?

-La información es fundamental. Cuando uno compra un coche, tendría que saber cuáles son sus emisiones. Sí, siempre existe la posibilidad de aumentar los impuestos a los vehículos más contaminantes, pero otra es rediseñar las ciudades para dificultar el tráfico de coches grandes o que tengan que pagar mucho dinero por hacerlo.

-Y al mismo tiempo mejorar el transporte público, ¿no?

-Claro.

-¿Cambiará la postura de EE UU, que no se ha sumado al protocolo de Kioto de limitación de gases de efecto invernadero, si el año que viene se elige un presidente demócrata?

-Creo que un cambio en el Gobierno sería positivo. Ahora mismo, hasta George W. Bush admite que el cambio climático es una realidad. Lo que no tenemos, y hace falta, es un país que lidere al resto en esta lucha, porque hay que tomar medidas impopulares y ninguno quiere hacerlo. Por ejemplo, Angela Merkel, que es muy partidaria de reducir las emisiones, no va a limitar la velocidad en las carreteras alemanas a 100 kilómetros por hora, lo que supondría un importante descenso del consumo.