La tripulación de la almadraba de Zahara, durante una de las jornadas de pesca de la pasada campaña en la que hubo ‘levantá’
La tripulación de la almadraba de Zahara, durante una de las jornadas de pesca de la pasada campaña en la que hubo ‘levantá’ - antonio vázquez
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Las almadrabas de Cádiz, lo que mueve el oro rojo del mar

Además de la actividad pesquera, las almadrabas sostienen una industria agroalimentaria y turística en la zona con más tasa de paro

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Una campaña ridículamente corta vivieron este año las almadrabas de la provincia, que levantaban los anclajes de las redes cuando aún no había terminado mayo. El negocio pasa de largo mientras el sector hace un esfuerzo titánico para mantener el volumen que le exige el mercado siempre con las miras puestas en el siguiente reparto y el pasado lunes conocían el designado para el próximo año. Muy poco se ha abierto la mano para las almabadras que son mucho más que una tradición milenaria o los 500 puestos de trabajo que generan en la zona con más tasa de paro de Europa. Las 118 toneladas extra con las que contarán el próximo año –el ICAAT les ha concedido hasta las 774– se quedan muy corta para garantizar la rentabilidad de la campaña que necesitaría llegar a las 1.100 toneladas.

El organismo internacional mantiene mano dura justo en el momento en el que el atún rojo vive su mejor momento, tanto por la extraordinaria recuperación de la especie como por la creciente demanda del mercado. El producto mueve hoy en la provincia una pujante industria agroalimentaria, una industria turística que atrae a decenas de visitantes y representa un sello de calidad.

Las propias empresas que explotan la concesión de las almadrabas han realizado importantes inversiones para alargar su productividad con la construcción de plantas de congelado y conserveras para comercializar el atún ya elaborado. Marta Crespo, gerente de la Organización de Productores Pesqueros (OPP), señala que por cada empleo directo en el mar se generan tres indirectos «y ha costado mucho trabajo mantenerlo desde que se impusieron las restricciones». Frialba es la factoría vinculada a las almadrabas de Conil, Zahara y Tarifa, que congela el pescado a menos sesenta grados para desestacionalizar su venta. Gadira es la firma que distribuye el producto preparado y que lleva el sello de Cádiz a las principales ferias agroalimentarias. «El potencial es enorme y nos hace menos dependiente del mercado asiático», señala Crespo.

Riqueza en la zona

El desarrollo de la actividad turística vinculada a las almadrabas también adquiere fuerza y cada año logra acaparar a un mayor número de interesados. Las visitas y, sobre todo, las citas gastronómicas son un filón del que sacan partido hoteles y restaurantes fuera de la temporada alta de verano. Señala la gerente de la OPP que todo ese potencial se queda en la zona y repercute en estos municipios donde el turismo es únicamente de sol y playa. Entre los proyectos de futuro está también la apertura de las antiguas instalaciones de las almadrabas que hablan de su historia.

Barbate ha seguido la mima vía con la factoría de pescado congelado Petaca Chico y con la nueva firma ‘Almadraba’ con la que se distribuye el producto elaborado y que cuenta con apenas año y medio de vida. Su gerente, Pedro Muñoz, hace hincapié en el «creciente aumento de la demanda en el mercado nacional y comunitario» y el posicionamiento del atún rojo que se captura con este arte de pesca que está considerado como producto de altísima calidad. «Lo vemos aquí mismo, en restaurantes de la zona que se han convertido en referentes para degustarlo y eso atrae visitantes de fuera y genera riqueza», señala. Pero todo este desarrollo se ha topado de frente con la restricción. Muñoz recalca que «la conservación del recurso es lo primero y que las almadrabas fueron las que dieron la voz de alarma. Una vez constatada la vitalidad de la especie, era el momento de abrir la mano. «No vamos a seguir lamentándonos por las restricciones en la cuota y seguiremos adelante», indica.

El complemento

Desde que se pusiera en marcha el plan de recuperación ha sido necesario agudizar el ingenio. El gerente de Petaca Chico explica que con el volumen de capturas que se ha venido asignando cada año es imposible mantener la rentabilidad y los puestos de trabajo, por eso ha sido necesario recurrir a un complemento. El empresario se refiere a las piscinas de engorde que pusieron en marcha hace tres años y que han venido dando resultados satisfactorios. Este modelo permite vender atunes fuera de la campaña, pero conlleva un enorme coste para el mantenimiento y la alimentación de los túnidos. «Procuramos que los trabajadores que se encargan de ellas sean los mismos que están en la mar y así se sostiene el empleo», explica. También suman nuevos puestos de trabajo con los armadores que son los proveedores del alimento de los ejemplares de engorde.

La apuesta por potenciar el atún rojo en la gastronomía ha sido sin duda un éxito del que ahora recogen frutos la hostelería de la Janda. La mayor acción de promoción se llevó a cabo con la visita de los grandes cocineros a Barbate en 2010, en una cita organizada por el restaurante El Campero, que es hoy todo un referente nacional. Desde entonces se ha procurado contar con algún estrella Michelin que participa en las actividades organizadas durante la campaña o en citas internacionales como Fitur, la feria de turismo más importante que se celebra en Madrid o Agroalimentaria, de Barcelona.

Sería imposible potenciar el producto si no es desde el lugar en el que se captura. Y en este tiempo Cádiz se ha situado a la cabeza, con la mayor cuota que es la que se asigna a las almadrabas y la compra de más permisos a otras pesquerías como las flotas vasca y cántabra.

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