Tribuna

Rato se cae del guindo y al rato de Guindos

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El otrora vicepresidente y ministro de Economía y director del FMI, ha sido puesto de patitas en la calle o bien se ha ido cinco minutos antes que lo cesen. Lo único cierto es que ya es historia. Sin duda es responsable de lo acontecido, pero en absoluto es el único. Blesa y Olivas tienen mucho que decir de todo esto. Y no hablemos del desastre de Banco de España que tenemos. Lo que fue y lo que es ahora. Lo único que es indubitado en todo lo acontecido, es que Bankia era un laberinto, poco meditado en cuanto a su constitución, o mejor dicho, conformado para solventar un gravísimo problema en el corto plazo y crear una auténtica bomba de relojería en el medio y largo plazo. Un diseño político al más puro estilo de Zapatero, con la anuencia de MAFO, que no de la Inspección del Banco de España. Mientras en los cajones de los ayuntamientos hay facturas sin pagar, en los del Banco de España hay informes que justificaban hacer exactamente lo contrario de lo que se ha venido haciendo. Una vez más la política pudo contra la solvencia y eficacia de los informes técnicos de los que realmente saben del asunto. Supongo que Rato pensó que su «poder» y sus «influencias» iban a ser suficientes para presidir la tercera institución financiera española y se equivocó. Su gran error, aceptar lo inaceptable. Bankia es la síntesis de una mal concebida política de saneamiento y concentración del sistema financiero.

En octubre de 2009, Cajamadrid era la segunda caja española, y sobre ella se escribía que sería pieza fundamental de las fusiones que se avecinaban y de la propia reconversión del sector. Aquello fue todo un culebrón, sobre todo en lo que a la elección del presidente se refiere. Pero Madrid no estaba sola en el lío del montepío en el que se encontraban inmersas las cajas españolas. Para desgracia de todos, el numerito circense de las cajas, se había convertido en sainete, quizás en vodevil, cuando no en una auténtica película de espionaje, ¿ustedes me entienden, no? Le pongo en antecedentes. ¿Recuerdan el ambicioso proyecto de gran caja, a la vez que única caja andaluza de la Junta? Sí, ese proyecto que el gobierno autónomo ·veneraba». ¿Ya recuerdan? Ese al que Beneroso se interpuso en su camino. También se opuso a ello su primo, el de Beneroso, el Sr Benjumea y hasta hoy, porque, de momento nada de nada, nada de gran caja. Después llegó Caja Castilla La Mancha, gestionada por un presumido gestor que exigía le mirasen a los ojos. Tanto lo miró Mariano Rubio, que con el tiempo no se atreve a mirar a nadie y explicar con la cabeza y la mirada alta el lío que montó en CCM. Pero no termina aquí la cosa.

El primer error que cometió Rato y sólo a él como presidente se le puede imputar y si no que no hubiere aceptado el cargo, fue ese esperpéntico Consejo de Administración formado por políticos y sindicalistas. Sin duda, todos son responsables también. La ambigüedad de las reformas financieras que arrancan en 2009 ha sido la nota fundamental. Por eso, ¿las cajas o las entidades que ellas han engendrado a través de las SIP, con todo lo que han sido y son, tienen su «cuerpo» realmente a disposición de su dueño? La Ley ha dispuesto su envoltorio corporal, pero sigo pensando que al legislador se le olvidó predisponer su alma al cuerpo. Vamos, que no tienen alma. Por eso se toman con frivolidad y hasta con cierta hilaridad, muchas de sus decisiones. No hacen faltan más ejemplo, este es lo suficiente ejemplificativo de cómo el sistema financiero engendrado por las cajas de ahorros o entidades en las que han terminado por convertirse, se encuentra condicionado al político de turno. Y como además dicen y yo lo ratifico, que los políticos no tienen alma, las decisiones de las cajas, están muchas veces supeditadas por intereses políticos, sin justificación financiera que lo sostenga, podemos concluir que las cajas actúan con cuerpo pero sin alma. Podemos definir la situación como la simbiosis de un doble problema, el de la legitimación en la toma de decisiones y el de su propia identidad. Ambas consideraciones deben ser conectadas con la excesiva injerencia de los políticos en su devenir ordinario y las dificultades de capitalización que provienen precisamente de su particular naturaleza jurídica.

El Sr. de Guindos no puede permitirse caerse del guindo, porque su caída nos arrastra a todos. Así es que D. Luis, tu como Mariano, una mano. Tu como Baquedano, también Mariano, la otra mano. Imponte de una vez, pero con las dos manos. Sujétate, haz lo que debes, que tu sabes y no te caigas por favor.