En la mayor parte de los centros no se permite usar los móviles en el recreo, una de las excepciones es el Colegio San Felipe Neri, por una cuestión «de ser realistas». :: N. F.
educación

Mano dura en los institutos contra el uso de los móviles en las clases

Los centros adaptan sus normas para impedir la utilización de los dispositivos tecnológicos

Cádiz Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Quien evita la ocasión, evita el pecado. Y esto deben pensar en el Instituto de Educación Secundaria Valdelagrana de Puerto de Santa María. El centro educativo ha dicho «basta» a las conversaciones de pasillo. O mejor dicho, las conversaciones 2.0, esas que no se producen cara a cara, sino a través de un smartphone. Tanto las consecuencias de esta nuevas formas de comunicación (a través de aplicaciones de mensajería instantánea), como la grabación de vídeo, la realización de fotos o el uso de reproductores de música están vetados en el centro.

Así lo recoge su Reglamento de Organización y Funcionamiento (ROF) y así se lo han hecho saber a los padres de los alumnos que, a partir de ahora deberán dejar todos los aparatos electrónicos (móviles, cámaras de fotos o reproductores) en su casa. El centro de Valdelagrana es uno de los que se han sumado a endurecer sus normas con toda suerte de artilugios, pero no es el único.

En los últimos años, distintos institutos y centros educativos han modificado o reinterpretado sus normas de convivencias para poner veto a este uso de dispositivos. Una labor, que en muchas ocasiones es casi como poner puertas al campo y que compete exclusivamente a los centros, en virtud de su autonomía organizativa.

El problema se concentra principalmente en los cursos de Educación Secundaria. Inmaculada Naharro, orientadora del Colegio Argantonio, perfila un poco más: «A partir de 3º de ESO surgen más problemas. Antes de esos cursos tienen los móviles pero suelen ser más obedientes». En el caso del centro de educación concertada de la capital han optado por la prohibición expresa de cualquier aparato tecnológico. Una norma que implica «que los enseñen, que suenen o los usen», explica el director del centro José Manuel García Gil. En definitiva, los jóvenes pueden llevarlos consigo, pero apagados.

Sin encender

En la misma línea van las normas en el Instituto Rafael Alberti de Cádiz. Juan Francisco Barcala, su director, lo explica: «Está prohibido utilizarlos y, en principio recomendamos que no lo traigan. Lo que pasa es que lo traen». Ante esa situación, se opta por vigilar tanto en el recreo como en las clases y sus descansos para que los alumnos no los usen. Barcala es consciente que, lejos de ir a menos, el fenómeno de los móviles con internet va a más. Por ello, no descartan ir un paso más allá. «Terminaremos pasando por el aro», explica en referencia a la medida que adoptado el centro de Valdelagrana.

Una medida que les supondría endurecer su reglamento. De hecho, el propio Decreto 328/2010 del 13 de julio de ese año de la Junta de Andalucía contempla la necesidad de incluir en las normas de convivencia la regulación de qué hacer con los aparatos electrónicos, especialmente los móviles.

En Salesianos se han ido adaptando a los avances tecnológicos. Hace unos años ya actualizaron su normativa y a comienzos de este curso han dado una vuelta más de tuerca. Desde el centro, fiel a su carisma, optan por la formación y la explicación de las causas de la prohibición, aunque, lo cierto es que en el Colegio de los Salesianos de la capital no se puede entrar al centro con móvil.

En concreto, está prohibida «la introducción y uso de material que pueda provocar distracción», explica el coordinador del Primer Ciclo de Secundaria, José Fedriani. La norma estaba ahí pero al comienzo del curso de adoptaron medidas suplementarias para garantizar el cumplimiento. «El centro es muy grande así que nos pusimos de acuerdo para poner en marcha un operativo», explica Fedriani.

La idea era, además realizar un análisis para ver qué problemas originaba la tenencia de estos aparatos. «Se busca un fin preventivo ante dos opciones. Por un lado, evitar que la gente se distraiga y, por otro, el derecho a la imagen», explica Fedriani.

Y es que el problema a posibles grabaciones o fotografías indebidas en el interior de las clases está como telón de fondo a la normativa. Es en esos casos en los que la vulneración de las normas pueden llevar pareja problemas más graves. «Se trata de casos en los que se vulnera el derecho a la intimidad, el honor o la propia imagen y ahí podemos estar hablando de delitos», explica García Gil, de Argantonio. «Por eso, nosotros les explicamos la importancia de no usar los móviles», justifica Fedriani de Salesianos al respecto.

A este problema legal, bien conocido a raíz de casos de acoso a través de redes sociales, se añade el problema de posibles robos y sustracciones. De hecho, todos los centros no se hacen responsables de robos y sustracciones.

Pero una cosa es la norma y la otra es la realidad. Y es que las normas muchas veces se topan de frente con los propias familias. «Los padres quieren, en muchos casos tener a sus hijos controlado», explica el director del Colegio San Felipe Neri, Javier Anso. Eso motivó un debate y posterior consenso: «Permitir que los traigan aunque en horario de clase están apagados, durante el recreo, somos realistas y no está sancionado».

Así los diferentes previenen a su forma el uso de aparatos tecnológicos. El siguiente paso es la penalización. Y ahí casi todos están de acuerdo: retirada del móvil durante un periodo máximo de 48 horas y parte disciplinario o aviso a los padres. Todo lo necesario para que la revolución tecnológica mal entendida pinche en hueso en la enseñanza.