TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

REFLEXIONES EN TORNO AL CASO VALCÁRCEL

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El desalojo.- El desalojo del Valcárcel recuperado era cuestión de tiempo. Lo sabían los autores de la ocupación y las apuestas sencillamente oscilaban en torno al albur de que el PP aguardase para ello a que pasaran las elecciones autónomicas de Andalucía o no. Fue que no. Lamentable que en lugar de los antidisturbios las autoridades no apostasen por abrir un diálogo con este movimiento, que había desarrollado un voluntarista plan de reutilización de un Bien de Interés Cultural que llevaba años sin uso alguno y deteriorándose a ojos vista. Lejos de la caricatura habitual como 'perrosflauta', los ocupantes correspondían a muy distinta condición, edad, sexo, profesión u ocupación. Y quienes han conocido de cerca esta experiencia podrán confirmar que la utilización pacífica y fundamentalmente cultural del edificio conllevó también el rechazo a ocupaciones al uso y que, aunque hubiese discrepancia en las asambleas, se logró que no se convirtiera el edificio en habitaciones precarias, como ha ocurrido a lo largo del Estado con otros inmuebles. Por cierto, habrá que preguntar si el tapiado de la puerta se llevó a cabo con el mismo respeto hacia una estructura protegida como demostraron los promotores del Centro Social Valcárcel cuando, durante la última primavera, iniciaron su limpieza y rehabilitación pública.

2.Insultos y amenazas.- Los nervios se desataron en la mañana del miércoles. El desalojo policial pilló desprevenidos a buena parte de los ocupantes, que ni siquiera se encontraban en el edificio. Sólo esa rabia puede explicar, que no justificar, los insultos y amenazas sufridos por los periodistas que cubrían la información del caso. No era la primera vez. A menudo, los indignados confunden la línea editorial de las empresas periodísticas con sus trabajadores, lo que resultaría algo tan peregrino como culpar a los obreros de una fábrica de automóviles del calentamiento global del planeta. Aunque no han faltado críticas legítimas a la recuperación del Valcárcel, también numerosos medios -empezando por este-han incluido artículos a favor de la misma. Esa hostilidad hacia los mensajeros no es de recibo: ningún medio de comunicación dio la orden de desalojo, eso está claro. Y quienes la ejecutaron no fueron los reporteros, precisamente. A unos y a otros, sin embargo, habrá que recordarles que nadie tiene la razón durante todo el tiempo.

3.La Policía en la Universidad.- El jueves, viajábamos en una máquina del tiempo hacia el tardofranquismo cuando los antidisturbios entraron en la Facultad de Letras y la emprendieron a mamporros con algunos de los manifestantes que habían protestado antes por el desalojo del Valcárcel durante una conferencia del magistrado Grande-Marlaska. Cierto es que el juez llevaba escoltas porque es una de las personas más amenazadas en este país por causa de su ejercicio profesional y de la intolerancia bárbara que a menudo confundimos con indiosincrasia. Y que, desde la APC, se solicitó una discreta vigilancia por si se producían incidentes durante su estancia en Cádiz. Pero nadie pidió que la Policía entrara en dicho recinto docente, un supuesto que, a fin de preservar la autonomía universitaria y salvo flagrante delito -que no era el caso-, tan sólo concierne a la potestad del Rector que debe solicitarlo por escrito y habitualmente por fax a una subdelegación cuya titularidad, ese día, todavía estaba vacante.

4.¿Quién dio la orden? Gran misterio. Habría que averiguarlo si no queremos volver a la ley del palo y tentetieso que ya no sólo afectaría a los manifestantes sino al Estado de Derecho en su conjunto. Les invito a leer un fragmento de la entrada que el escritor Manuel Jesús Ruiz Torres incorporó a su blog 'Los peligros', y que reza sensatamente así: «La Policía necesita una orden judicial para entrar en un recinto privado. Sólo la constatación de un delito flagrante permite una intervención sin esa orden. Salvo que, de antesdeayer a ayer mismo, se haya cambiado el Código Penal, la interrupción verbal de una conferencia no tiene consideración de delito. Yo espero que el titular de esa propiedad allanada, es decir el Rector, acuda al juzgado, no como testigo sino como denunciante, para que algún juez o jueza nos aclare si, a partir de ahora, una discusión acalorada en la casa de cada cuál, puede ser motivo de intervención de los antidisturbios. Por lo mismo, también espero que la Policía haya depositado ya en dicho juzgado el posible material fotográfico intervenido, por tener consideración de prueba documental de los hechos denunciados, tanto en la lectura del comunicado como en la posterior actuación policial. Si tales fueran considerados delito, la destrucción de esas pruebas sería, a su vez, un delito distinto, de complicidad o encubrimiento. Es lo que tienen estos formalismos de la democracia. Cuánto trabajo para que la justicia sea, simplemente, justicia. Y qué lejos hoy».

5. Zaragoza Urbana.- Ayer, a mediodía, frente al Hotel Playa tuvo lugar una concentración de protesta por el desalojo del Valcárcel y en repulsa a la violencia policial. ¿Por qué allí? Porque dicho establecimiento emblemático es propiedad de Zaragoza Urbana S.A., la empresa que había proyectado la creación de un hotel de lujo en el edificio desalojado, pero que nunca llegó a ejecutar dicha iniciativa, a pesar de que se trata de una empresa familiar, que no suele incurrir en maniobras especulativas y que disponía de fondos suficientes para lo que se anunciaba como una de las principales infraestructuras del 12, pero que resultó, como otras, un fiasco. ¿Por qué? ¿Qué impidió que el Valcárcel se convirtiera en hotel de 5 Estrellas, con independencia de que esa nos parezca o no una buena alternativa para el inmueble? ¿Y por qué ahora se utiliza por lo bajini a dicha empresa como pantalla para justificar las actuaciones policiales de los últimos días? No se si seguiremos informando, pero seguro que seguimos preguntando.