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Cristiano, Messi, Neymar y las bocas cerradas

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Termina el partido en el Sánchez Pizjuán. El Real Madrid ha pasado por encima del Sevilla como un rodillo con un efectividad espectacular de cara a portería, con Cristiano Ronaldo especialmente inspirado. De vacaciones como líderes y recuperando parte del orgullo perdido tras su derrota ante el Barcelona. Oportunidad perfecta para volver a recuperar el discurso de equipo con pegada, solidario, físicamente insuperable, ambicioso y ganador. Pero no. En el Madrid actual, por mucho que se empeñen en disimularlo, prima lo individual por encima de lo colectivo. Mourinho ha demostrado en ocasiones querer estar por encima de la institución y Cristiano ha hecho lo propio con sus propios compañeros.

Por eso el entrenador se encarga de su sacar pecho (y meter la pata) tras hacer el ridículo táctico ante su máximo rival, faltándole el respeto a otro adversario que, dicho sea de paso, se lo perdió también a si mismo el sábado; y por eso el jugador solo se acuerda de 'callar bocas' cuando las voces críticas se ciernen sobre su figura pero no se corta a la hora de realizar evidentes aspavientos para subrayar errores puntuales de sus socios de vestuario.

Mientras el Real Madrid se paseaba en Sevilla, el Barcelona lo hacía horas después a miles de kilómetros de distancia, con Guardiola haciendo gala de esa (¿falsa?) humildad que le caracteriza y Messi con la boca bien cerrada pese al consiguiente disgusto de sus entusiastas seguidores japoneses, que se tuvieron que 'conformar' con los típicos '¡ohhh!' de admiración ante su juego y sus goles. Cada uno construye su historia a su manera. ¿Y Neymar? Bien. Sigue con cresta, ha aprendido a bailar en Brasil y a jugar al fútbol en Yokohama, donde sí que abrió la boca. Creo que aún la mantiene abierta. Seguro que también querrá callar algunas en el futuro.