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Medidas preventivas

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Ni poniéndoles uno encima de otro dan la talla nuestros líderes. Los que mandan, no conformes con olvidar que su obligación primera es la ejemplaridad, parece que compiten en darnos malos ejemplos.

No solo hay que preguntarse por la catadura moral de las personas que nos gobiernan, sino por la de quienes aspiran a gobernarnos: votar se ha convertido en el arte de elegir entre varias opciones, no ya la menos mala, sino la menos peor. No me refiero únicamente a la vida española, que es la que más influye en el rápido transcurso de los que hemos nacido aquí. Hablo de los que ostentan o detentan el poder en el ancho mundo, que sigue siendo ajeno. El primer ministro italiano es un arquetipo. ¿Cómo puede gobernar la divina península un personaje así? Los fiscales de Milán han descrito minuciosamente una de las costumbres del mal llamado 'cavaliere'. El buen señor es un conquistador. Su dinero le cuesta.

No es que robe corazones, sino que los alquila por noches junto al resto de los cuerpos. A Karima el Mahroug, la bella marroquí conocida como 'Rubi', le pagó puntualmente aunque sus encuentros fueran a deshora. Ella tenía 16 años, pero ya sabemos que contra las vocaciones fuertes nada se opone.

El poderoso anciano del peluquín, al que se considera el mayor consumidor de Viagra del continente europeo, después del llamado 'bunga bunga' elegía a las chicas. «Nada humano debe sernos ajeno», pero puede parecernos repugnante. Además, antes de ser asiduo 'menorero', o a la vez, don Silvio siempre se ha dedicado a la corrupción de mayores. Ya es imposible tomar contra él medidas preventivas, como las que adopta el Banco Central Europeo contra los déficits excesivos. Su presidente, Jean-Claude Trichet, es el custodio de la última ética, que es la del dinero. Quizá no esté equivocado. La conducta es según mercado y el euro sigue manteniendo su valor, aunque a duras penas, que son siempre para los mismos.