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Estados de ánimo

PUNTO RADIO CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Hay frases que pasan a la historia del fútbol. Poco importa quien la pronunciara, lo trascendente es lo dicho, que pasa a formar parte del libro de los tópicos de este deporte. Hay versiones contrapuestas sobre quién alzó la voz para decir aquello de «el fútbol es un estado de ánimo». Valdano, Menotti y Héctor Veira son los candidatos con más peso, seguramente todos la dijeron alguna vez. A todos ellos se les olvidó añadir el plural, seguro que si hubieran visto el partido del domingo habrían afirmado que «el fútbol son estados de ánimo» y que además se pueden dar bastantes en muy pocos minutos, en un partido.

Repasemos. Antes de empezar el choque predominaba la unión. Tras el gol de Toedtli, en la grada se percibe esperanza de tener una tarde plácida, y en el césped, tranquilidad por tener pronto el marcador de cara. En el descanso, sensaciones extrañas en la gente, contentos con el resultado pero sin fiarse del rival y sobre todo del Cádiz. Y tras salir de vestuarios empiezan a caer como rosquillas los goles del 'Queso mecánico' ante la impotencia, incapacidad e inferioridad manifiesta de los amarillos. La afición se cansa, aflora la ira, el sentimiento de ser engañados otra vez, la imagen tan cercana del purgatorio se clava en las retinas. Se buscan culpables, el mayor y primero presidiendo el palco, pero también se mira al campo buscando cabezas de turco. Nadie cree, se pierde la fe. Sin embargo el rojo de la tarjeta a Tarantino sustituye al verde como el color de la esperanza. Sin muchas ganas de celebrar el gol que acorta distancias, la grada lo ve posible y los jugadores tiran de casta. El empate se toma como el menos del mal. Pero ya a esas alturas se habían aparcado las rencillas con el presidente y los futbolistas, para llevar al equipo en volandas hacia la victoria. Y así fue, estado de júbilo y éxtasis, pero sin olvidarse de señalar con el dedo a los responsables de la situación. Después de todo lo vivido, ánimo enrarecido al llegar a casa, contentos por el marcador pero con incertidumbre por lo que queda.

Y por encima de todo, el deseo de que esto sea un punto de inflexión, un antes y un después.