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A mí, personalmente, la promiscuidad de los chicos de 'Física o Química' no me escandaliza. Sí reconozco que me da un poco de pena, por lo que tiene de deformación grotesca de la realidad. Quiero decir que la condición humana no se reduce a lo genital, y esto no es una cuestión ideológica, sino antropológica. Pero la tele española insiste con demasiada frecuencia en concentrar lo humano en las gónadas, como en una interpretación adolescente del 'hombre unidimensional' de Marcuse. No sé si se acordará usted de aquella versión del 'Carvalho' de Vázquez Montalbán que en su día -era 1987- hizo TVE, con Eusebio Poncela de protagonista. A la cadena se le fue tanto la mano en la cosa sexual que Vázquez Montalbán, por otro lado comunista y ateo como él solo, protestó con vehemencia: «Aquél no era mi Carvalho -escribía amargado el autor-, sino un extraño atleta sexual japonés dispuesto a fornicar como un obseso, a vagina por cada cinco minutos de programa. No es que mi Carvalho sea un santo, pero tiene un cierto autocontrol sexual, más relacionado con el sentido del ridículo que con el del pudor (.) No discuto que el director y definitivo arreglador de los inocentes guiones originales sea un excelente realizador, pero junto a esta cualidad habría que connotarle como un obseso sexual de los que no quedan». Reproduzco el párrafo porque podría aplicarse a muchas series y a muchos guionistas españoles. ¿Por qué esa obsesión sexual? Tal vez por nihilismo; también, además, porque comercialmente resulta -o eso se cree- más rentable. La promiscuidad de los chicos de 'Física o Química' bebe en estas fuentes. ¿Resultado? Mire usted alrededor. Al final, conviene recordar que estamos en un país con un índice de lectura pertinazmente bajo y un índice de fracaso escolar pertinazmente alto, y que somos el único país del mundo donde un espectáculo como 'Gran hermano' ha alcanzado las diez ediciones. Y quien piense que una cosa nada tiene que ver con la otra, que reflexione dos veces sobre su prejuicio, ate cabos y saque conclusiones.