COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Latro Be

Parece que lo de las pintadas reivindicativas, lo de los grafitis y lo del gamberrismo nos viene de lejos, que no tiene nada que ver con campañas de resistencia ni con la ministra, que lo del pobre Brian haciendo pintadas con nocturnidad y poca alevosía «Romanes eunt domus» en las paredes del palacio de Pilatos no era una genialidad de los Monty Phyton y que las ruinas romanas de Juan Carlos Aragón y el Libi tenían más visos de realidad que de chirigota.

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Total, que en el teatro romano éste que tenemos y que por lo visto era el segundo más grande de Hispania con aquello de las catorce filas de asientos reservados para caballeros, ha aparecido, -ya lo saben ustedes- una placa en la que se lee o se quiere leer «Balbo, ladrón», que, todo hay que decirlo, es un dicho que pega mucho en Cádiz, aunque sea en el Cádiz de hace dos mil años, que hay cosas que nunca cambian.

Y lo que en principio parecía cosa de un obrero de la construcción cabreado que en actitud reivindicativa cogió su puntero y dejó allí su impronta, resulta que en versión de nuestra delegada de Cultura -que está que se sale- y de los arqueólogos es una maldición colocada estratégicamente en el lugar donde Balbo se sentaba.

No me digan que la cosa no tiene más de un cuplé y más de dos. Y un aviso a navegantes, un mensaje desde el más allá, algo que deberían aplicarse los políticos de hoy. Miren debajo de su silla, acuérdense del «Latro Be» y no olviden que la gente no es tonta y que desde hace más de dos mil años «Roma no paga traidores».