La nueva directora del ICAA, Lorena González Olivares. :: EFE
Sociedad

Una funcionaria sin experiencia en la gestión cultural coge el timón del cine español

Lorena González, que procede de Hacienda, sucede a Susana de la Sierra tras dimitir «frustrada» por la postura de Montoro

MADRID. Actualizado: Guardar
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La dimisión de Susana de la Sierra, directora del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), y su sustitución por Lorena Gonzalez Olivares es otro episodio que agrava el desencuentro de la cultura española en general, y del cine en particular, con sus gestores. El sector, que se siente maltratado, desconfía de la entrega del 'timón ministerial' del cine a una «desconocida», una funcionaria de corta trayectoria y escasa experiencia en la gestión cultural que debe apacigar un sector en llamas.

Sin embargo, desde la secretaría de Estado de Cultura que comanda José María Lassalle, que ha designado a la nueva responsable del ICAA, se valora su «perfil muy técnico». Se asegura que De la Sierra dimite solo «por motivos personales» y se le agradece su «magnífica labor» al frente del ICAA. Pero más allá de esta nota de prensa, Lassalle deberá dar explicaciones en el Congreso, a demanda de la oposición socialista.

El controvertido relevo se produjo sin que el titular de Cultura, José Ignacio Wert, dijera esta boca es mía. Una actitud que evidencia, una vez más, la distancia de Wert con su número dos, un Lassalle que de nuevo asume la función de «bombero» de los incendios generados por la displicencia del ministro, que se pliega sin presentar batalla con su colega Montoro, el verdadero dueño de un panorama cultural en la que solo manda el dinero.

Wert no movió un dedo por mantener a De la Sierra y aceptó una dimisión «irrevocable» que lamentaron las gentes del cine, conscientes de la «frustración» y la «impotencia» que aquejaban a la directora saliente, según el presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho. Tampoco la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría dio explicaciones y aseguró que «no corresponde al Gobierno» razonar la dimisión.

El sector daba por descontada la salida de De la Sierra. Atada de pies y manos, no ocultaba ni la falta de apoyo político ni su frustración ante la imposibilidad de lograr que Cultura y Hacienda cumplieran sus compromisos y aliviaran la crítica situación que asfixia a la industria del cine.

Además del tijeretazo en los presupuestos de Cultura, el ICCA no ha abonado las amortizaciones que debe a los productores desde 2012 y no aplicará la exención fiscal entre el 25 y 30% acordada por el sector y que Montoro ha dejado entre el 18 y el 20%. Cuando De la Sierra llegó al ICAA, el Fondo para el cine era de 49 millones. El año pasado se redujo a 39 y este año se ha quedado en 33,7.

De la Sierra (Santander, 1975), profesora de Derecho en la especialidad de cine y cultura en la Universidad de Castilla-La Mancha, cede el testigo a González Olivares, que llegó al ICAA en febrero tras su paso por los ministerios de Hacienda, Sanidad y Asuntos Sociales, Trabajo y la Comisión Nacional de la Competencia, donde fue subdirectora de recursos humanos.

Nacida en Vigo y licenciada en Geografía e Historia en 2001, pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado desde 1997. Para Cultura, es un relevo marcado «por la continuidad», y el departamento de Wert destaca su «conocimiento del funcionamiento de las Administraciones y de Hacienda», curiosamente, el Ministerio que tiene la clave para revertir la situación y la llave de la caja.

Su primer acto público será la presentación del Festival de Cine de San Sebastián en la Academia de Cine el próximo jueves 24 en Madrid. Conocerá entonces de primera mano el creciente malestar del sector y sus demandas, quizá junto a Lasalle, seguro que sin Wert.

Wert, titular de Educación, Cultura y Deporte, es el ministro peor valorado del gabinete de Mariano Rajoy y el más impopular en las últimas legislaturas. En el barómetro del CIS del pasado mes de abril obtenía una nota del 1,4 sobre 10, la más baja calificación para un ministro, aunque la más alta era para su entonces colega, Arias Cañeye, con un mísero 3,1.

Con el cine a la cabeza, la cultura está soliviantada, y se dice «herida de muerte» desde que en septiembre de 2012 se impusiera un devastador IVA del 21% que ha colocado «contra las cuerdas y al borde de la debacle» a un sector que ha perdido un 30% de público.

Tal es la distancia entre el Ministerio y el sector que cuando el martes exigió reducir el «confiscatorio» IVA del 21 al 10%, los empresarios eludieron apelar a Lasalle o Wert, sus interlocutores naturales. «Wert no está ni se le espera», saben los emprendedores culturales, que además de Rajoy, eligen como interlocutor al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.