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#Pudimos

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Y pasó lo que tenía que pasar, de la misma forma que en Italia, ya tenemos en España a nuestro propio Beppe Grillo: Podemos. Willy Toledo tiene que estar rompiéndose la caja torácica de risa en su mansión de La Habana. Tenía que pasar, o los de Vox, o los de Ciudadanos, o Podemos o alguien tenía que terminar cristalizando el descontento contra 'la casta'.

La respuesta de los demás grupos políticos no ha sido otra que la indignación. Justa indignación, porque, como dice Felipe, un gobierno Bolivariano en España nos puede destrozar. Justa pero mal dirigida, porque con quien debían estar indignados es con ellos mismos. Con los que en vez de en turista van en preferente, con los de los coches oficiales, con los de las comisiones y las corrupciones. Porque ellos son los que han provocado esta indignación de la que se han alimentado 1.250.000 votantes de Podemos.

Y, ahora, ¿qué? Se le dio un cheque en blanco al PP para que cambiase este país. Una mayoría que no va a recuperar en 1.000 años. Y a mediados de la legislatura, no sólo no han hecho lo que dijeron que iban a hacer, sino que tomaron la dirección contraria.

Pues ahora toca perder las elecciones. El PP tiene que elegir, entre perderlas dignamente y aplicar los cambios que traía en su programa: a la italiana; es decir, una reducción de al menos 1/3 de la estructura del estado, ayuntamientos, senado, diputaciones y autonomías. Acompañada de una bajada radical de impuestos.

O intentar ganarlas como hasta ahora, disimulando que no van hacer lo que se comprometieron a hacer. Y perderlas igualmente, pero de manera más indigna para ellos e inútil para España.

Podemos pudieron. Y están aquí para quedarse. 1.250.000 antisistemas. Hemos metido el dedito en un engranaje del que difícilmente vamos a poder desengancharnos. No creo que lleguen nunca a gobernar, aunque su primo Beppe Grillo ya es la tercera fuerza mas votada de Italia. Aunque, si por algún motivo que no alcanzo a entender, llegase a gobernar, visto su ideario, igual hay que empezar a preparar la cartilla de racionamiento. Todos menos Willy, que prefiere la langosta enchilada a la cubana.