Denis Pushilin, el autoproclamado líder de la República de Donetsk. :: GENYA SAVILOV / AFP
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Los separatistas entierran el legado de Yanukóvich

Los autoproclamados líderes de las repúblicas de Lugansk y Donetsk llenan el vacío de poder provocado por la huida del líder ucraniano

DONESTK. Actualizado: Guardar
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Los candidatos a las presidenciales observan los cambios en las calles de Donetsk desde las enormes vallas publicitarias. El rostro de Mijaíl Dobkin, candidato del hasta ahora todo poderoso Partido de las Regiones, es uno de los más visibles, pero la campaña es inútil en las provincias separatistas porque las nuevas autoridades insurgentes, cuyas caras más visibles son Denis Pushilin, Viacheslav Ponomariev y Pavel Gubarev, ya han adelantado que no van a permitir la celebración de los comicios. Los simpatizantes del Partido de las Regiones de Donetsk se citan en la oficina central en el número 161 B de la avenida Artium, la arteria más importante de la capital. No hay fotos de Dobkin, ni logotipos de la formación en la fachada, nada indica que allí está la sede del partido que obtuvo un 65% de los votos en la provincia en las últimas parlamentarias.

Apenas cinco personas siguen las palabras del jefe del aparato regional, Aleksei Granovski, que alerta de que «en cualquier momento pueden venir y asaltar este lugar, no hay seguridad alguna para nosotros, ni para nadie». Esta reunión se convocó con la idea de contar con las nuevas autoridades revolucionarias que lideran la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD), pero no han acudido a la cita. Los responsables de llevar a cabo el plan del referéndum, que por primera vez puso sobre la mesa el Partido de las Regiones como solución a la crisis abierta por la revuelta en la plaza de la Independencia de Kiev, se han convertido tras su celebración en la principal amenaza de la formación que hasta la caída de Víctor Yanukovich gobernaba el país.

«Nuestra idea es mantener una Ucrania unida, aunque dando más competencias a las regiones, pero sin fascismo ni paramilitares en las calles, ni en Kiev, ni en Slaviansk», confiesa Granovski, para quien «será imposible votar el día 25 en esta provincia porque la gente armada lo impedirá y también los millones de personas que votaron en el referéndum a favor de la independencia». En poco más de dos meses han pasado de ser la principal fuerza del país (ganaron las presidenciales de 2010 con un 48,95% de los votos) a estar en pleno proceso de descomposición. La caída del líder, Víctor Yanukóvich, cavó la tumba para este partido considerado de centro y cuyo granero de votos se encontraba en la parte rusófona del país. «Nuestros propios votantes son los que ahora nos dan la espalda y nos acusan de traición», lamenta Granovski antes de disculparse porque tiene que acudir de urgencia a otra reunión.

El Partido de las Regiones se encuentra en una encrucijada. En Kiev le acusan de ser el responsable de la división nacional y en Donetsk, su bastión, es visto como una especie de colaborador del Gobierno interino que no ha hecho nada por favorecer el proceso de independencia. El eslogan de la campaña para las presidenciales es 'El país unido', nada más alejado del presente. Los altos cargos del oeste llaman al respeto a las directrices marcadas por la cúpula, pero las oficinas de Donetsk y Lugansk están cada vez más vacías y los representantes locales tratan de adaptarse a las nuevas circunstancias colaborando con el alzamiento.

Por la independencia

El pavor que se respira en la sede central del partido se ha trasladado también a instituciones como el ayuntamiento, donde pesos pesados de la formación como Sergei Bogachov asisten incrédulos al vuelco que ha dado la situación en tan breve espacio de tiempo. Considerado el «ideólogo del referéndum», el vicealcalde de la ciudad se siente ahora «superado». Bogachov reconoce las irregularidades del proceso, pero afirma que «lo importante es que se ha comprobado que hay millones de personas que quieren la independencia. La gente ha votado en masa por la RPD y no nos queda más que asumir esta nueva realidad que supera a la planteada por nuestro partido, que apuesta por la federalización, pero sin romper con Kiev».

Los milicianos prorrusos han desaparecido del edificio consistorial donde sigue ondeando la bandera de Ucrania. Los agentes de Policía que custodian el acceso permiten la entrada con un pasotismo total y parte del personal se ha esfumado. «¿Pueden realmente poner en marcha todo un sistema? Yo creo que no porque no tienen profesionales suficientes, además deben actuar rápido porque no tardarán en empezar los problemas financieros y demás complicaciones prácticas que pueden restarles popularidad», apunta Bogachov, quien tampoco piensa que se vaya a poder votar el 25 aunque asegura que ellos tienen todo listo para organizar el proceso siguiendo las órdenes de la comisión electoral. «Fue más fácil celebrar el referéndum que lo será votar en las presidenciales, tienen la fuerza y las armas. En su mayoría son gente de clase baja o muy baja, muchos desempleados y convencidos por la retórica revolucionaria, están a tope de moral frente a unas fuerzas de seguridad hundidas», resume el veterano político del Partido de las Regiones que está seguro de «las instrucciones y financiación que reciben de Rusia, de eso no hay duda».

Bogachov debe salir. Los cargos elegidos en las últimas elecciones están ahora en el punto de mira de todos los ciudadanos de a pie que depositaron su papeleta a favor de la independencia y confían en las autoproclamadas autoridades rebeldes para pilotar el proceso de independencia.