A la izquierda, el presidente Barack Obama, y a la derecha, el candidato republicano, Mitt Romney, escuchan el himno de su país. :: AFP
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Dos Américas chocan en las urnas

Los votantes optan entre el modelo de inspiración social de Obama y un Romney que ensalza al que se hace a sí mismoEl Estado federal como garante de oportunidades frente al mercado sin regulaciones

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Lo llaman 'la sorpresa de octubre', esa noticia ajena a la campaña electoral que cada cuatro años da un giro inesperado a las elecciones. El 26 de octubre de 1972, cuando se acuñó por primera vez el término, fue el anuncio de Henry Kissinger sobre la paz en Vietnam el que selló la victoria de Richard Nixon. Desde entonces, la historia está repleta de 'sorpresas de octubre', como el vídeo de Osama bin Laden clamando responsabilidad por los atentados del 11-S que el 29 de octubre de 2004 sentenció la reelección de George W. Bush. O el impacto del huracán 'Sandy' en Nueva York, que este 29 de octubre cortó de raíz el 'momentum' del que disfrutaba Mitt Romney después de los debates y situó a Barack Obama de vuelta en la carrera presidencial.

Con las encuestas prácticamente empatadas, no se sabrá hasta el martes por la noche (miércoles de madrugada en España) si el truco de Halloween que ha jugado la naturaleza logrará mantener al presidente en la Casa Blanca durante otros cuatro años. Lo que sí se sabe es que 'Sandy' ha resultado ser una clarificadora respuesta a la cuestión de fondo que se debate en estas elecciones: ¿Cuál es el papel del Gobierno? De lo que decidan los estadounidenses este martes dependerá también, en parte, el futuro de Europa, donde la doctrina de la austeridad amenaza con enterrar para siempre el Estado del bienestar.

Mitt Romney pone a la Unión Europea como ejemplo de donde Obama intenta llevar al país. Su gobierno, dice, «es un reflejo de lo peor de Europa». Se refiere a las estrictas regulaciones que controlan desde el comercio al medio ambiente, a los programas sociales que a su juicio hacen a la gente «dependiente» de las ayudas públicas. En definitiva, de lo que el aspirante republicano demoniza como «el camino de Grecia», y de España. «Allí es a donde vamos ahora, a menos que acabemos con esta farra de gasto público y emisión de deuda», dijo en el último debate.

«El Gobierno no es la solución a nuestros problemas, sino la causa de ellos», sentenció Ronald Reagan en 1980 en su discurso de toma de posesión. Desde entonces todos los presidentes, incluyendo al demócrata Bill Clinton, han arremetido contra el Estado federal y han prometido reducir su tamaño y alcance. Los republicanos quieren transferir sus funciones a los gobiernos estatales. «Y si es a la empresa privada, mejor», dijo Romney durante las primarias.

Los libertarios van aún más lejos y quieren hacerlo desaparecer. Hasta Obama criticó durante su campaña de 2008 los «excesos» de los años 60 y 70 en los que se expandió la Seguridad Social y se creó la sanidad pública para pobres y jubilados. En esta campaña, sin embargo, el presidente se ha atrevido a defender la función del Gobierno para crear infraestructuras, «abrir oportunidades y fijar un marco donde el pueblo americano pueda triunfar», dijo en el primer debate dedicado al papel de Ejecutivo.

El presidente al que los republicanos llaman con desprecio «socialista» y comparan con Stalin y Hitler pone como ejemplo de su modelo ideológico a un predecesor republicano por el que siempre ha demostrado gran admiración: Abraham Lincoln. De él alaba su decisión de construir «en medio de la Guerra Civil» la enorme red ferroviaria que atraviesa EE UU, la Academia Nacional de Ciencias y el programa de becas universitarias. «Eso no constriñe la libertad de la gente, la aumenta», insiste.

Reforma sanitaria

Obama ha sido especialmente criticado por la reforma sanitaria que, en realidad, sigue el modelo de Romney en Massachusetts, y, lejos de implementar un sistema de sanidad pública universal, obliga a todos los ciudadanos a contratar una póliza de seguro médico privada. Su decisión de rescatar a la industria automovilística para que se reestructurase, mediante una bancarrota controlada, y la de emitir 90.000 millones de dólares (70.000 millones de euros) en préstamos garantizados y deducciones fiscales a empresas de energías renovables han sido calificadas por los opositores al Estado como una intromisión inaceptable en el libre mercado. «El papel del Estado no es elegir a ganadores y perdedores», critica Romney.

El paquete de estímulo económico de 614.000 millones de euros que pidió al Congreso nada más llegar al poder para frenar la crisis económica lo consideran «un gran despilfarro» que ha disparado el déficit público, a pesar de que los economistas coinciden en que salvó millones de puestos de trabajo. Y su plan para sanear los bancos y someterlos a regulaciones más estrictas, otro atentado contra el libre mercado.

Romney cree que, si se deja en estado puro, el capitalismo proporciona a la gente que de verdad trabaja la oportunidad de triunfar, mientras que el Estado del bienestar crea dependencia y ahoga el espíritu emprendedor que para él representa lo mejor de EE UU. «Quiero volver a los principios que nos han hecho grandes», pregona. «Europa no funciona ni en Europa». Su fórmula es un mercado libre sin regulaciones ni limitaciones en el que «la gente trabaje duro y asuma riesgos» para premiar al hombre hecho a sí mismo que tanto se admira en EE UU. El que no logre triunfar tendrá que enfrentarse a su propia suerte, porque no habrá detrás ningún Estado del bienestar que le respalde.

«Nuestra filosofía de 'estamos en esto juntos' es mucho mejor que la de 'búscate la vida'», explicó Clinton en la convención del Partido Demócrata. «Nosotros pensamos que el país funciona mejor con una clase media fuerte, con oportunidades reales para que los pobres puedan remontar, con empresas y gobiernos que trabajen juntos para promover el crecimiento y repartir ampliamente la prosperidad».

Esta semana, cuando el Gobierno de Obama repartía asistencia en los Estados devastados por el huracán 'Sandy', hasta el gobernador republicano de Nueva Jersey, Chris Christie, que tanto le había criticado, alababa el papel del Gobierno federal en este desastre. Ya no se trata solo de las ayudas que proporciona la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (Fema, por su siglas en inglés). Edward Alden, experto del Council on Foreign Relations, recuerda que sin la National Oceanic and Atmospheric Administration no se habría podido predecir con tanta exactitud la llegada del ciclón, lo que permitió tomar medidas, evacuar a la población y salvar vidas.

'Sandy' ha arrojado claridad sobre el papel del Gobierno, aunque la mayoría de los que lo han sufrido en carne propia viven en Estados que ya se anticipaban demócratas de cara al día 6. La memoria es corta, pero esta vez solo tiene que durar hasta pasado mañana. Por algo las 'sorpresas de octubre' siempre llegan a final de mes.