La candidata republicana al congreso por Connecticut , Linda McMahon, bromea con el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christi. :: REUTERS
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El Tea Party hunde la batalla del Senado

Además de las presidenciales, el día 6 se renueva un tercio de la Cámara alta y los republicanos puede que fracasen en su intento de controlar el Capitolio

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Un mes es una vida en política estadounidense. Hace un mes todo apuntaba a que Barack Obama ganaría la reelección pero su partido perdería el Senado. Hoy puede ocurrir todo lo contrario. Pero de todos los escenarios que se barajan en las elecciones más cerradas que muchos analistas dicen haber visto en su vida el peor para los demócratas es el que quita el sueño al senador Charles Schumer: que los republicanos controlen el poder ejecutivo y el legislativo durante los próximos cuatro años.

Si lo logran ya han prometido deshacer la reforma sanitaria en su primer día de Gobierno, amén de desmantelar las leyes sindicales y endurecer las del voto, pero lo que más preocupa a Schumer es la posibilidad de que nombren un nuevo juez del Tribunal Supremo. Con la jueza Ruth Bader Ginsburg en los 80 nadie descarta que al próximo presidente le toque reemplazarla, por mucho que ella diga que no es «tan vieja». «Otro juez conservador cambiaría EE UU drásticamente durante toda una generación», teme el arquitecto de la mayoría demócrata en el Senado durante las pasadas elecciones. «El Supremo podría revertir la legalidad del aborto», avisa. «Para la ultraderecha sería una mina de oro controlar el Supremo».

El movimiento del Tea Party sacó músculo durante las primarias republicanas para que sus candidatos favoritos vencieran en las primarias a los senadores de toda la vida, convencidos de que primero necesitan repoblar las cámaras con políticos que no pacten con demócratas bajo ningún concepto. Así es como un desconocido llamado Richard Mourdock logró derrotar al senador más veterano en la historia de Indiana. A Richard Lugar le había suspendido la Asociación Nacional del Rifle con la peor nota posible, pero la revista Times le había nombrado uno de los diez mejores senadores del país. Buena parte de su trabajo lo había dedicado al desarme nuclear, había votado en favor de la Dream Act para legalizar la situación de los hijos de indocumentados y en favor del rescate automovilístico. «Cuando eres capaz de dialogar con el otro partido vienen los extremistas, te ponen en la diana y te echan de la política», se lamentó el exsenador Alan Simpson.

Resulta que la gente como Mourdock puede acabar hundiendo las posibilidades del partido para recuperar la Cámara alta -la baja ya la dominan-. Los candidatos de ultraderecha despiertan suficientes pasiones entre las bases como para ganar la nominación y desplazar a los moderados, pero lo tienen más difícil en las elecciones generales en las que hay que ganar el voto de los independientes. Especialmente cuando gente como Todd Akin, que repitió la victoria de Mourdock en Missouri, ofende a las mujeres al decir que si una violación es legítima no termina en embarazo, porque «el cuerpo femenino tiene fórmulas para cerrase», y por lo tanto no debe permitírsele el aborto. Cuando la biología no apoya sus teorías, será cosa de Dios. Mourdock dijo esta semana que si la violación resulta en embarazo será voluntad de Dios, por lo que tampoco debe aceptarse como causa justificada de un aborto.

Es la misma teoría que siguió el candidato a vicepresidente Paul Ryan, otro favorito del Tea Party, que Romney fichó para asegurarse la movilización de las bases. Ryan redactó con Akin un proyecto de ley que distinguía entre «violaciones forzadas» y «violaciones legítimas». Y todo ello se suma a los muchos intentos para eliminar las subvenciones a los anticonceptivos en los seguros médicos, las ayudas para leche materna y las subvenciones a organizaciones de planificación familiar, entre otras medidas que convierten a las mujeres en víctimas socioeconómicas de su sistema reproductivo.

Voto de desempate

Por eso cuando Elizabeth Warren pide el voto en un Estado como Massachusetts, donde su rival no se opone al aborto, advierte que no se lo estarán dando solo a él, sino a todo el Partido Republicano para que tome el control de la Cámara alta. Como solo se renueva un tercio en estas elecciones, 37 republicanos no tienen que defender su asiento. Otros cinco lo hacen sin competencia y uno, en Nebraska, lleva tanta ventaja que antes de que se abran las urnas el Partido conservador contará con 43 escaños. Para llegar a la mayoría hacen falta 51, pero si Romney gana la Casa Blanca los republicanos podrán conformarse con 50, ya que el vicepresidente Ryan tendrá el voto de desempate.

Según The Washington Post, sin Indiana y Misuri, que a priori se veían como ganancias fáciles, será difícil que el Partido Republicano recupere el control de la cámara en la que ningún partido tendrá mayoría absoluta. Warren parece destinada a recuperar para los demócratas el histórico asiento de los Kennedy en Massachusetts y un independiente puede apoderarse del que deja vacante en Maine la republicana Olympia Snowe. Con eso ya serían dos pérdidas netas para los conservadores, que ahora necesitarán arrebatarle a los demócratas cinco asientos y mantener otros tres en riesgo. «Pueden lograrlo, solo que ahora lo tienen mucho más difícil», dijo Jenniffer Duffy, analista de The Cook Report, a The New York Times.