PAN Y CIRCO

UN ESCUDO EMOCIONAL

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En un equipo que soporta una fuerte presión, siempre habrá algún jugador que logre reaccionar con éxito en tales situaciones y otros que no, se paralizan, se entregan pero se desconcentran y así lo más probable es que se vayan del partido irremediablemente, aunque lo peor es que uno de ellos sea el mismo entrenador. En el ámbito del coaching deportivo se usa el término resiliencia para denominar a la cualidad psíquica que permite a los profesionales que se enfrentan a las adversidades propias del fútbol adaptarse de forma positiva y encontrar de nuevo el camino que ayude a conseguir la victoria. Por ejemplo, un entrenador con poca resiliencia es un técnico psicológicamente débil. Al sentir miedo, o dicho de otra forma, ser más conservador que arriesgado en sus planteamientos, debe procurar ser permeable a las adversidades, rebelarse alineando un escudo emocional, extensible a todo el equipo que sirva para estar concentrado y no perder el rumbo fijado.

Hay que tener equilibrio emocional para que cuando las cosas salgan bien, no creerse el mejor del mundo y cuando no, no admitir ser el peor pudiendo afrontar la montaña rusa que supone pasar del derrotismo al optimismo, y viceversa, y no acostumbrarse a las sensaciones del empate. La nueva batalla dentro de la guerra del ascenso pasa por centrarse en fabricar argumentos sólidos cada minuto de partido, los que realmente sirvan a cada futbolista de confianza y creencia para afianzarse como un equipo ganador.

Un entrenador tiene que ser un líder que entienda a los jugadores y para ello tiene que saber, cuidar lo que dice y cómo lo expresa. Manejar las declaraciones públicas para motivar o proteger a los futbolistas, y enfocarlas hacia la mentalidad ganadora. Los jugadores deben ser guerreros que se dejen el alma por el equipo en cada partido. Preguntarse ¿por qué?, culpabiliza. Preguntarse ¿para qué? cambia la perspectiva. Y en esta guerra, cada futbolista toma la decisión sobre su actuación. No tira la toalla.