EL APUNTE

DOMINGO DE RESURECCIÓN

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La vida para muchos, demasiadas personas, está siendo un largo y doloroso Vía Crucis. Algunos en estos días de exultante belleza han perdido a seres muy queridos, otros han perdido o perderán su trabajo. La vida nunca es plena para todos y en todo momento. Es así y de este modo continuará, aunque vivamos, ¡dichosos nosotros!, como si nada malo fuera a ocurrirnos y viviéramos eternamente. Mientras unos ríen los de al lado lloran. Cuando uno nace, en algún lugar, hay otro que muere.

Estos días han transcurrido con más gloria que pena, si bien tendremos otros muchos que opinarán totalmente lo contrario y no mentirán cuando sus caras apesadumbradas reflejen el «más pena que gloria». Porque esperaban vender más y la lluvia del Jueves Santo y Viernes de Madrugada dispersó al personal. Porque aguardaban más turistas en los hoteles. Porque la Semana de Pasión llegó con una carta de despido, una rebaja del sueldo, el impago de varias nominas. Y si seguimos con los porqués, sumen las subidas de la gasolina, que ya está imposible, la luz, el gas... Algunas familias, donde ningunos de ellos trabajan, subsisten gracias a la pensión de un mayor. Los padres (ya abuelos) que siempre están ahí.

Recuerdo que el primer día de la Semana Santa, quedó un Domingo de Ramos lucido y glorioso. En una esquina se me vino espléndida la Virgen de la Estrella y se me agolparon nombres, caras y deseos. Me acerqué al paso y rocé su manto azul al tiempo que pedía. A buen seguro que en el silencio de sus pensamientos miles de creyentes (en momentos difíciles siempre hay un. «por si acaso») se habrán encomendado a su Cristo y a la Virgen con recaditos imposibles: peticiones, deseos de una vida mejor (trabajo, salario, desterrar enfermedades.). Dios nos dejó libres en este paraíso que los humanos nos empeñamos en desbaratar. ¿O nunca fue un edén?

El bien y el mal nos acompañan siempre, son inherentes a nuestra existencia. En la vida hay obstáculos a veces vadeables, otras por el contrario son frenos insuperables que machacan al débil, lo vapulea, sacude y hace tambalear su confianza, y es cuando llega lo peor: el desánimo. Vivimos en un mundo dañado donde las desigualdades pasan por delante de nuestros ojos y, los gobiernos, que están para mejorar la calidad de vida, no saben cómo optimizar las vidas de esas personas desatendidas.

Solo un dato de muchísimos que existen: el presidente de Telefónica, César Alierta, ganó más de 10 millones de euros en 2011, el mismo año que anunciaba el ERE para 6.500 trabajadores, a la vez que optaba por el plan de incentivos multimillonarios para la alta dirección de la compañía. En fin, todo lo que empieza acaba. Hoy decimos adiós a la Semana Santa, disfrutemos todavía de este Domingo de Resurrección y tengamos fe.