Manuel Flores, integrante de la banda de la carretera, llega a la Audiencia Provincial. :: ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

Los Flores y su versión extravagante

Declaran que la noche del arresto iban en un coche que robaron por diversión, que tenía las llaves puestas y escondía tres escopetas Los acusados niegan su autoría en los más de cuarenta delitos que les imputa la Fiscalía

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La última vez que se les había escuchado en un juicio fue en 1995 -en el caso de Manuel Flores Valverde- y en el año 2000, cuando fueron juzgados por última vez sus hermanastros Francisco y Fernando. Los tres, junto al fallecido Cristóbal Flores, reorganizaron supuestamente una banda muy peligrosa en marzo de 2008, responsable de una oleada delictiva que duró unos cinco meses, según sostiene el fiscal y la acusación particular en la vista oral que arrancó ayer en la Audiencia Provincial. Les imputan más de cuarenta delitos; los más graves son 12 tentativas de homicidio, tres asesinatos frustrados y uno consumado. Las quinielas fuera de la sala apostaban a que los tres procesados optarían por no declarar o echar las culpas al cuarto integrante de la banda, fallecido en el tiroteo contra la Guardia Civil cuando fueron arrestados. Pero ganó la opción menos previsible: hubo declaraciones de todos los acusados, aunque aportaran una versión difícil de sostener.

Las sesiones de la vista oral que enfrenta a estos delincuentes a una posible pena de 255 años de cárcel, que solicita el Ministerio Público, se han organizado en nueve días. Más de un centenar de testigos pasarán por el tribunal de la Sección Cuarta. Ayer lo hicieron agentes del Cuerpo Nacional y de la Guardia Civil que participaron en la emboscada que montaron en la A-381 (Jerez-Los Barrios) la madrugada del 24 de agosto de 2008. Ese episodio centró la mayor parte de la sesión.

Manuel y Francisco Flores solo respondieron a las preguntas de sus letrados, uno de los cuales es el mismo que defendió a Carlos Carretero en la archiconocida 'operación Karlos'. Francisco fue el único que decidió enfrentarse a las cuestiones de las dos partes, aportando la versión extendida de las defensas.

Los procesados niegan su participación en los robos, atentados a la autoridad o el crimen de Tamara Leyton. «Cuando nos detuvieron, los guardias no paraban de decir que nos iban a meter todos los robos y la muerte de una chiquilla», decía ayer Fernando Flores. Su hermano Francisco completó la declaración con una versión extravagante de por qué trataron de escapar de un control policial, qué hacían con un coche robado y armados con escopetas la noche que cayó la banda. «Mi hermano Cristóbal había salido de permiso y vino a visitar a mi madre a Jerez. Nos fuimos a El Portal a tomar unas copas y allí nos vimos un coche con las llaves puestas y la ventanilla bajada. Empezamos a bromear sobre quién tenía narices de robarlo. Y nos los llevamos para dar una vuelta con él».

El secreto de las armas

Según esta declaración, nadie se percató de que el vehículo también guardaba tres escopetas y cuatro pares de guantes de cocina, iguales a los que utilizaban supuestamente en los robos y que según la instrucción llevaban puestos. Según Los Flores, al llegar al control policial, pararon en seco y salieron corriendo. Niegan que dispararan contra los agentes y solo uno de ellos -Fernando- reconoció que antes de salir del coche descubrió que tenía un arma entre los pies -una escopeta de enormes dimensiones- y la tiró al asfalto. Culpó también a los funcionarios de ensañarse con Cristóbal cuando ya había caído muerto.

El fiscal les preguntó por qué llevaban guantes puestos y por qué se fueron hasta la Estación de San Roque. A la primera respondió Francisco que al estar en tercer grado y conducir un coche robado, no querían dejar huellas. A la segunda, que fue una elección sobre la marcha, un viaje de ida y vuelta sin paradas.

Sin embargo, llegó la hora de que los agentes de la Policía y de la Guardia Civil que participaron en la emboscada dejaran en entredicho la versión endeble de los Flores. Todos relataron cómo estaban esa noche siguiendo los movimientos de un citroën C4 que había sido sustraído días antes. Llevaban varios meses de investigación y sabían ya que los sospechosos siempre utilizaban coches robados de los que se desprendían después para no dejar pistas.

El turismo fue localizado por un policía cerca del domicilio de Los Flores en Jerez. Cuando lo movieron el 24 de agosto, varios coches camuflados los siguieron hasta San Roque donde trataron de robar en dos viviendas. Al regresar por la A-381 se encontraron con el control. Según los funcionarios policiales, pararon en seco y salieron del vehículo «disparando». Cristóbal caía muerto y Fernando y Francisco resultaban heridos después de intentar escapar por el arcén. Las escopetas que accionaron estaban junto a los sospechosos cuando fueron apresados.