Sociedad

TIRAR DESPUÉS DE USAR

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Cuando un periodista le preguntó a Oscar Wilde qué era lo mejor que podía hacer un ciudadano británico, respondió con una sola palabra: «Emigrar», dijo. Ya sabemos que el gran escritor sacrificaba cualquier cosa con tal de hacer una gracia hasta que sus víctimas y algunos cómplices decidieron sacrificarlo a él. Hasta entonces creyó siempre que pertenecer a la sociedad era aburrido, pero quedar fuera era trágico y que «nada tienen que temer los que son ricos y hermosos». Se equivocó el tito Oscar y hasta Cristiano Ronaldo lo desmiente. Afirma que a él lo fríen a patadas porque es millonario y guapo. Lo achaca a la envidia, que no tiene nacionalidad aunque se haya empadronado en España.

Nuestra sociedad, ahora más que nunca, para salvar o para olvidar la crisis, necesita construir juguetes para luego tirarlos después de usados. Al joven futbolista se le calcula una fortuna de cien millones de euros y los que le quedan que ganar todavía. Además es muy afortunado físicamente, aunque a mí el que me parece guapísimo es Messi. ¿Cómo librarse del marcaje de la envidia? El fútbol nos trae locos a todos, tanto a los aficionados como a los programadores de las televisiones. No hemos reparado suficientemente en un suceso muy significativo: un hincha del Betis ha atropellado a un hincha del Sevilla. Cada vez son más frecuentes las peleas entre partidarios de uno o de otro equipo armados con bates de béisbol y cadenas, del mismo modo que cada día abundan más los ricos que se fugan para no ser atropellados ni apaleados por el impuesto de patrimonio. También ellos opinan que lo mejor que puede hacer un español es emigrar.

No hay que confundir la gloria con su ruidosa parienta de pueblo que llaman fama. Tampoco se les puede llamar apresurados a los miembros de la Comisión de Honores y Distinciones de la Diputación de Granada, que han decidido nombrar a Federico García Lorca hijo predilecto de la provincia. En el 75 aniversario de su asesinato.