EL RAYO VERDE

EL NUEVO COLOR DEL PODER

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Las elecciones municipales del pasado domingo han cambiado el color del mapa político gaditano y reducido el rojo a su mínima expresión. Después de décadas de mayorías socialistas, la debacle del PSOE en Cádiz, uno de sus territorios históricos, ha sido espectacular y sorprendente, para unos y otros, por su contundencia. La Diputación Provincial, que a priori era tan difícil que cambiara de poder, por la fórmula de reparto en los partidos judiciales, ha sido ganada de calle por los populares. El vuelco en los ayuntamientos gaditanos puede ser aún mayor, porque el PSOE se arriesga a perder muchas más alcaldías, hasta su feudo de Alcalá, por los pactos entre minorías. El que sus tradicionales aliados de IU prefieran darle el gobierno al PP debe hacer pensar a los socialistas acerca de su situación. El PP no esperaba tantos apoyos y el PSOE nunca llegó a creerse que los suyos le abandonarían de esta manera. Aún hoy, una semana después, parecen incapaces de reaccionar con claridad al desastre. Su respuesta va desde revalidar la gestión, como en el caso de Cádiz, donde han registrado menos votos que nunca desde que llegó Teófila Martínez a la Alcaldía, hasta culpar al paro, a Zapatero o a Griñán, sin ningún atisbo de dimisiones en sus responsables, ni de dar paso a un relevo generacional que ya lo merece.

Sus cuitas internas, a esta hora, van dejando de tener trascendencia institucional. El poder, los votos, se han desplazado y ya no están por su borda. Todo hace pensar que seguirá siendo así en las próximas convocatorias de generales e incluso de andaluzas. El PP, por lo tanto, es ahora el protagonista de la escena. Tiene ante sí el reto de responder a las expectativas creadas y cumplir los deseos de cambio que los ciudadanos han expresado con su voto. Las autonómicas están cerca y no puede cometer errores.

Sus primeros pasos son de humildad y cautela. Ya es un partido de poder en Andalucía, con cinco, o incluso seis diputaciones, y en estas instituciones es donde deberá dar los signos claros de su nuevo estilo, del nuevo modelo que ha propuesto en la campaña, basado en la austeridad y la reducción de cargos y de asesores, y que iniciará con una anunciada auditoría. En Cádiz, este cambio, el primero en 32 años, podría encarnarse en José Loaiza, si se cumple la regla que se ha dado en otras provincias andaluzas, Granada, Málaga y Almería, donde el presidente del partido se ha hecho con el cargo, como un gesto de reconocimiento hacia su triunfo. Sin embargo, aún habrá que esperar porque hay otros candidatos en la reserva, como Mercedes Colombo, y Loaiza tiene que resolver el pacto en la alcaldía de San Fernando, si no quiere que una alianza a sus espaldas le despoje de la codiciada plaza.

Con una crisis económica galopante, un paro que va a ser endémico durante años, una sociedad deprimida y hastiada, el Partido Popular tiene una oportunidad de actuar como nunca había soñado. Será esencial que instale reglas de juego limpio y evite vicios recurrentes, como la partitocracia, las corruptelas, el sectarismo y la prepotencia. Es su turno.