Ciudadanos

Los batallas internas dejan un rastro de lágrimas que trerán el relevo

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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A pesar de las sonrisas a los fotógrafos, de las escenas de abrazos, de las declaraciones de presunta continuidad inalterada o de felicitaciones tipo 'fair play' en el PSOE de Cádiz rodaron lágrimas como melones en la noche del domingo. Algunos de los chicos más duros del socialismo gaditano, veteranos con espolones, tuvieron que buscar un hombro en el que soltar el llanto que les provocaba ver un mapa peninsular tan azul que parecía ser tragado por todos los mares que lo rodean.

Los que lo vivieron saben que las palabras hermosas fueron una pose y que la debacle provincial dolió como lo grande que fue. Tanto es así que los cortes de manga que cualquiera tuviera listos para disparar se quedaron guardados en el cajón. Si alguien soltaba uno a un supuesto oponente interno se arriesgaba a que el rival le devolviera otro de idéntico tamaño. Todos se estrellaron. A la vez. Los que apoyaran a Pilar Sánchez o Blanco se la pegaron en Jerez. Los que se empeñaron en Algeciras se tragaron el mismo sapo que Pizarro y Cabaña. Hasta la Medina de Cornejo cayó. Ni la gran esperanza blanca de López Gil pudo celebrar nada. Y decenas de casos más. Nadie se salvó. En ningún sitio excepto en Sanlúcar.

Pero las derrotas, como las victorias, pertenecen más a los que tienen mayor responsabilidad. Francisco González Cabaña asumió en solitario la coordinación de la campaña tras la marcha de Juan Cornejo, que las había puesto en pie con éxitos encadenados durante diez años. Además, encaró el duelo electoral contra todos. Contra las encuestas, contra la crisis y la tendencia de los votantes. Pero el alcalde de Benalup, ya sin holgura, también inició la carrera electoral contra su propio partido. Tuvo serios enfrentamientos para elegir al líder de la lista en las tres mayores ciudades de la provincia. Las tres están gobernadas por una mayoría absoluta del PP. Salió marcado del último Congreso Regional del PSOE, hace ya un año, y mantuvo el pulso perdido hasta hace diez minutos, cuando se empeñó en proclamarse candidato a volver a presidir Diputación y tuvo que ser desautorizado por el propio Griñán.

En la noche del domingo, estuvo solo en la plaza de San Antonio de Cádiz durante mucho tiempo. Ahora le queda la retirada, el paso a un relevo generacional incontenible porque los números electorales dicen que ha perdido la últimas batallas y nadie le va a acompañar en las siguientes.

Queda saber el tiempo que resistirá y, sobre todo, si la nueva quinta liderada por Bibiana Aído dará el paso al frente, por voluntad propia o con alguna mano que la empuje por la espalda. Como buen futbolero, Cabaña sabe que su década de triunfos electorales será sepultada por la última derrota y que solo se recuerda el último marcador.

Los duelos de pizarristas y renovadores sonarán a medievo en poco tiempo. Queda resolver el trámite de la entrega del testigo, en tiempo y forma. Queda apoyar o rechazar las arriesgadas primarias que pretende poner en marcha la Ejecutiva Federal. Inaudible música de fondo para los títulos de créditos de una etapa socialista que termina como las películas de mucho llorar. Pañuelo en mano.