
Los yihadistas juran vengar a su «mártir»
Las fuerzas de seguridad rodean la vivienda de Bin Laden e impiden el acceso al interior a una multitud de curiosos que se acercaron al lugar Grupos fundamentalistas de Pakistán amenazan al Gobierno de Islamabad por ayudar a EE UU
SANÁ. Actualizado: GuardarLos grupos extremistas paquistaníes rezan al «mártir» Osama bin Laden y advierten que «su martirio no será en vano». 24 horas después de que el grupo Tehrik e Taliban Pakistan (TTP) anunciara que las autoridades de Islamabad se convertían a partir de ahora en su objetivo principal por colaborar con EE UU, el grupo yihadista Lashkar-e-Taiba (LeT) gritaba venganza desde sus cuarteles generales en Lahore, capital cultural del país.
El portavoz de LeT, organización nacida con el objetivo de luchar por la anexión de Cachemira a Pakistán y ahora próxima a los postulados de Al-Qaida, Yahya Muyahid, afirmó que «Osama fue una gran persona que despertó al mundo musulmán. Los martirios para nosotros no son pérdidas sino motivo de orgullo y todo lo que hizo nunca será olvidado». Fueron las palabras de Muyahid durante un rezo dedicado al líder de Al-Qaida, fallecido el lunes tras una operación de las fuerzas especiales estadounidenses en Abbottabad, cincuenta kilómetros al norte de Islamabad. LeT despierta de esta manera de un letargo de más de un año desde que siete de sus miembros fueran imputados por los atentados de Bombay de noviembre de 2008 en los que murieron 166 personas.
La muerte de Osama bin Laden ha colocado a Pakistán en el punto de mira de la comunidad internacional y de sus propios ciudadanos. Las autoridades repiten una y otra vez que «nuestras fuerzas no tomaron parte en el asalto» y que «desconocíamos que Bin Laden estuviera en Pakistán», según testimonio del presidente Asif Ali Zardari. Washington corrobora la primera afirmación y asume la responsabilidad única del ataque y aniquilación contra el líder de Al-Qaida.
«No se avisó a los paquistaníes porque podrían haber alertado alertado al objetivo y poner en peligro la misión», aseguró el jefe de la CIA, Leon Panetta, en un entrevista para la revista 'Time'. Un mensaje directo al Gobierno de Islamabad que deja patente las lagunas existentes en la relación entre los dos supuestos socios en la llamada «guerra contra el terror». El mundo entero se pregunta cómo los todopoderosos servicios de inteligencia paquistaníes (ISI) no tenían localizado al enemigo público número uno cuando residía a tan solo cincuenta kilómetros al norte de la capital en una casa anexa a una base militar donde se entrenan los jóvenes que forman la primera línea de combate contra los grupos talibanes del norte de Pakistán.
Crítica en los medios
Los medios nacionales alzaron la voz en sus editoriales para criticar lo sucedido. Periódicos como 'The News' calificaron de «impactantes» las afirmaciones del presidente sobre el desconocimiento de la presencia de Bin Laden en este pueblecito desde hace cinco años. «¿Cómo vamos a explicar a los americanos que se encontraba allí y no hicimos nada en estos años por capturarlo?», se preguntaba el 'Daily Times', que criticaba además el comportamiento de unas autoridades que en los últimos años se han limitado a «entregar a los terroristas que les interesaba, mientras protegían a otros».
El diario 'Dawn', por su parte, destacaba también la «violación de la soberanía» por los helicópteros americanos venidos de Afganistán y que «durante cuatro horas sobrevolaron nuestro cielo sin que aparentemente nadie se diera cuenta». Y es que pese a los ataques con aviones no tripulados de los últimos años, por primera vez las fuerzas estadounidenses pusieron pie en suelo paquistaní para llevar a cabo una operación cuyo éxito, sin embargo, un portavoz talibán puso en entredicho por la falta de «pruebas concluyentes».
A falta de una tumba para visitar, la residencia de Bin Laden se convirtió ayer en lugar de peregrinación de curiosos y periodistas a los que se les permitió acercarse hasta el muro que rodea el complejo. Las fuerzas de seguridad controlan el lugar y han instalado potentes focos para mantener el edificio iluminado por la noche. Abbottabad ocupa desde el lunes un lugar privilegiado en la historia de una guerra contra el terror que, pese a la muerte de Osama, sigue abierta.