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Huracán Samantha

«Soy de la rama hostelera de una familia de psiquiatras, yo solo le doy vueltas a la croqueta», advierte la hermana de Colate Vallejo-Nágera

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Hace años, en Nueva York, fue niñera de la hija de David Byrne, el líder de los Talking Heads. Más tarde, montó allí un servicio de tortillas a domicilio. Ingresó en la cocina del restaurante madrileño Horcher solo para ganar una apuesta. Acabó creando un catering que hoy, además de ser imitadísimo, se encarga de organizar los banquetes de algunas de las bodas más famosas. Está a punto de ser madre por cuarta vez y su tercer hijo, Patrick, al que ella llama 'Roscón', nació con síndrome de Down. «Una bendición, una maravilla», asegura. Es Samantha Vallejo-Nágera, hermana de Colate, cuñada de Paulina Rubio, y una mujer de energía inagotable.

Toca tantos palos que, salvo en los últimos meses de embarazo, Samantha siempre se desplaza en moto por las calles de Madrid. Hoy te la puedes encontrar en el mercado, mañana cocinando, junto a Lorena Bernal, ante el público y la prensa para promocionar el robot de cocina Philips Avent, al día siguente presentando un libro... «Yo siempre digo que hiperactiva no soy, porque no tengo esa faceta intratable», explica mientras prepara un puré destinado a los niños.

Hace ya 16 años que esta original Vallejo-Nágera dirige una empresa de catering denominada 'Samantha de España'. «Le puse ese nombre -aclara- porque cuando la creé estaba en Estados Unidos. Al ir a imprimir las tarjetas me di cuenta de que mi apellido allí era impronunciable así que escribí Samantha de España y le añadí un muñequito en plan divertido. Cuando volví a España en 1995 mi marca ya era conocida y encima es buenísima comercialmente porque a la gente no se le olvida». Casi fue por casualidad que esta nieta, sobrina, hermana y prima de psiquiatras se dedicara a la hostelería. «Soy de la rama hostelera de mi familia. Por un lado estamos los de los fogones y por otro, los de la psicología. Y yo no soy muy intelectual, ni de darle vueltas al coco. Lo mío es darle vueltas a la croqueta», ironiza.

Arquitecta de jardines

En realidad, Samantha, que jura no saber nada de las peregrinas teorías de su abuelo sobre la 'inferioridad mental' de los marxistas, iba para arquitecta de jardines, pero un amigo le apostó a que una niña bien como ella (pertenece a una familia de dinero y tiene una refinadísima madre francesa) no aguantaría ni dos horas en la cocina del Horcher. Vallejo aceptó y se pasó allí dos años. Luego estaría tres meses con Arzak y una temporada con Bocuse. Hoy, los banquetes de boda de esta cocinera «siempre a dieta» incluyen una puesta en escena apabullante. Lo mismo te monta un mercadillo medieval con puestos de comida y corderos al espeto dorados en una hoguera que te organiza una barra de mojitos de todos los sabores.

Además, antes que cocinera fue... No exactamente fraile, pero casi se ganó la santidad trabajando como 'au pair' en casa de David Byrne. «Cuidé a su hija Malú, que entonces tenía seis años. Una niña monísima, medio japonesa, pero un horror. 'I'm the leader' (Soy la líder), me decía y me obligaba a seguirla por toda la casa. Ya debe de tener 22 años, no sé cómo habrá acabado...». Todas esas experiencias divertidas se deben, según Samantha, «a que me casé tarde. Ahora tengo 41 años y hace solo diez que conocí a mi marido. En ese tiempo me he casado, he tenido una niña y dos niños. Bueno, ahora estoy a punto de tener el tercer varón. Me hice la amniocentesis solo por información -explica-, porque para mí tener a Roscón (a Patrick le llaman así porque nació el día de Reyes) ha sido una maravilla. No encuentro nada negativo en tener un hijo con síndrome de Down. Estoy encantada con él y a mí me ha hecho más humana».

Samantha, que pronto presentará un libro de cocina «para gente sin complicaciones», está muy unida a su hermano Colate, apodo que, según cuenta, «se puso él mismo, de crío, cuando un día de repente dijo: No soy Nicolás, soy Colate». También se considera «muy cuñada» de Paulina. Y asegura que no existe crisis entre ellos. «Están felices, en Los Ángeles, disfrutando de su niño», suelta de carrerilla como si fuera una letanía aprendida. «Es que me lo han preguntado tantas veces...».