Los tanques han invadido las calles de la capital de Costa de Marfil. :: EFE
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«Hemos llegado a esperar tan solo a que entrasen a matarnos»

Daniel García, un empresario afincado en Algeciras, se encuentra atrapado en Abidjan esperando poder volver a España

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Hacen falta varios intentos para lograr conectar con la ciudad de Abidjan, en Costa de Marfil. Al otro lado del teléfono responde Daniel García, un empresario bilbaíno que llegó a Algeciras hace dos meses para emprender un nuevo negocio y marchó hace 13 días a la ciudad de Abidjan, en Costa de Marfil, a la búsqueda de lugares donde establecer relaciones comerciales. «Cuando llegué aquí había mucha presencia militar pero nunca me imaginé que la situación llegara a desembocar de esta manera». Daniel se encuentra en un hotel aunque no sabe por cuanto tiempo más. «Tenemos suerte de que el personal nos ha tratado estupendamente y de que teníamos dinero en efectivo, si no quizás estuviéramos muertos».

Este empresario relata que se encuentra en el mismo centro del conflicto, «las bombas caen a pocos metros de donde dormimos y a diario vemos como la gente se atrinchera y camina por la calle con machetes». Desde Algeciras, su pareja Silvia Márquez es testigo de lo que pasa a través del ordenador. «No puede enviarme fotos pero a través del ordenador gira la pantalla y me enseña el estado en el que se encuentran las calles, es abrumador. Mientras hablamos escucho los tiros. Esto es la guerra de verdad», confiesa. Silvia se queja un poco de la información que llega desde Costa de Marfil. «Sigo constantemente el canal 24 horas y cuando hablan del conflicto lo hacen con vario retraso, lo que provoca aún más la impotencia».

Tras las armas, el hambre

Daniel cree que lo peor del conflicto ya ha pasado. «Estos días atrás ha sido muy duro lo que hemos pasado, hemos temido por nuestras vida en varias ocasiones, y a veces, nos hemos sentado a esperar a que entraran a matarnos». Ahora, los más valientes, aprovechan de vez en cuando la calma para salir a la calle, «aunque no vamos muy lejos por el peligro que hay».

Aún así, no pierde la esperanza. «Cada vez se escuchan menos a los disparos y a las bombas», pero ahora quedan las graves consecuencias como son el hambre y la falta de agua potable». Apenas queda comida en los supermercados, «la gente los ha asaltado y saqueado porque no hay ninguna autoridad, y el precio de los alimentos se ha disparado». Este empresario cuenta que una barra de pan cuesta 8 euros, un bollo parecido a la napolitana llega a los 30 euros y el precio del tabaco se ha triplicado. «Y eso nosotros que podemos pagarlo. Ahora mismo si tienes dinero, sobrevives pero a un precio muy caro porque hay que sobornar a todo el mundo». La cuestión del agua potable es cosa aparte. «Apenas queda, cuando abres el grifo lo único que sale es agua marrón directamente por lo que no podemos beber de ella a no ser que queremos coger una infección, cosa que tampoco recomendamos ante la falta de médicos en la zona. Tenemos claro que si coges una enfermedad, te mueres».

El miércoles, de vuelta

Daniel García cuenta que desde la embajada española se han puesto en contacto con ellos a diario para comprobar su estado pero critica el papel que cumple el ministerio en Costa de Marfil. «Han tenido un papel completamente nulo respecto a los españoles que estamos aquí».

Este empresario espera poder volver el próximo miércoles a España. «La situación aquí es insostenible pero tenemos billetes para el miércoles y nos han dicho que el lunes seguramente abra el aeropuerto por lo que mantenemos la esperanza».

El origen del conflicto se remonta a las elecciones presidenciales del pasado 28 de noviembre. Tras ellas, Laurent Gbagbo, presidente de Costa de Marfil desde 2000, se negó a admitir su derrota frente a Ouattara y a cederle el poder, a pesar de la fuerte presión internacional para que abandonase la Presidencia.