Rafael Ávila con su esposa, a la salida del juicio contra sus secuestradores en la Audiencia. :: M. GÓMEZ
Ciudadanos

«Estamos satisfechos con la condena pero tenemos dudas»

La esposa del empresario sanluqueño asegura que solo quieren «pasar página» y continuar su vida

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La familia de Rafael Ávila Tirado, el principal sostén del empresario sanluqueño que fue secuestrado durante 16 días en julio de 2008, se mostraba ayer prudente ante la sentencia de la Audiencia Provincial de Cádiz que absuelve a tres de los acusados, y condena a otros cinco, aunque con penas inferiores a las que ellos pedían.

«Aún estamos leyendo la sentencia» (de 63 folios y muy prolija en detalles), explicaba ayer Mila, la esposa de Ávila al otro lado del teléfono, que aclaró que por ahora «no iban a hacer valoraciones de ella». Con todo, Mila reconoció a este periódico que «en general» están «satisfechos» con la acción de la Justicia en este asunto, «pero con ciertas dudas», que prefirió no aclarar.

Probablemente estas «dudas» giren en torno a si deciden recurrir el dictamen judicial, o bien dan por concluida la batalla judicial contra los secuestradores de Rafael, que han sido condenados desde los 13 a los 19 años de cárcel. Con todo, Luis Antonio R. S., uno de los familiares del cabecilla Luis Miguel Rodríguez Pueyo acusado como coautor, ha quedado absuelto, a pesar de que había «pruebas aparentemente sólidas» contra él y que «era evidente» que conocía quién había llevado a cabo el secuestro, según reconoce la Audiencia en su sentencia. El exprocesado ya ha sido puesto en libertad, con lo que podrá volver a Sanlúcar, donde tenía su residencia habitual.

Además de las penas de prisión, el tribunal ha determinado que los condenados deben indemnizar a Ávila con 300.000 euros por los perjuicios causados, si bien los daños psicológicos que ha sufrido el empresario difícilmente podrán ser reparados con dinero.

Según recoge la sentencia, basándose en el testimonio del psiquiatra que ofreció a Ávila durante los últimos años, el empresario «padece un trastorno de estrés postraumático crónico, con cuadros de estado de ánimo depresivo, fatiga y pérdida de energía». Un diagnóstico que confirmaba el padre del empresario, al decir que «Rafael ya no es Rafael», pues había perdido la iniciativa y la alegría que lo caracterizaban.

El empresario también padece, «problemas de concentración, pesadillas, miedos, hipervigilancia y esfuerzos por evitar situaciones relacionadas con los hechos denunciados». El propio Rafael explicó durante el juicio, con una templanza y entereza sorprendente, que ciertos olores y melodías le repugnaban porque le recordaban todavía los 16 días que pasó encerrado en el box de caballos de la finca de Almonte (Huelva) y la música árabe que los secuestradores le hacían oír de manera repetitiva, cada día.

Según fuentes cercanas a la familia, la celebración del juicio y muy especialmente la noticia de la sentencia el pasado jueves ha hecho que Rafael recaiga en sus padecimientos, miedos y depresiones, hasta el punto de que ha tenido que volver a ser atendido por facultativos médicos en los últimos días.

Por eso, quizá, su esposa Mila aseguraba ayer que, más allá de las sentencias y las condenas, el mayor deseo de la familia es «pasar página» y recuperar la vida que tenían antes de aquel 2 de junio de 2008.