
La escasez reina en Abiyán
El misionero español César Fernández teme que la salida del presidente de Costa de Marfil pueda generar todavía más violencia
Actualizado: GuardarAunque los combates han disminuido en Abiyán, los habitantes de la capital económica de Costa de Marfil siguen sufriendo el clima de inseguridad y la escasez de productos básicos. El misionero español César Fernández, residente en un barrio a cinco kilómetros del centro, asegura que las condiciones de vida no dejan de empeorar y que el desenlace puede incluso agravar el estado de cosas. «Si el presidente Gbagbo muere, ya podemos escondernos porque sus seguidores responderán, sobre todo contra los blancos, a los que asimilan con franceses. Irán a la caza y captura», advierte.
La detención de los combates ha abierto un compás de espera e incógnitas en torno a la suerte del dirigente, sitiado en su residencia oficial. A pesar de su rotunda negativa a ceder el poder y reconocer la victoria de su oponente, portavoces de Naciones Unidas han revelado que se mantienen conversaciones. «No creo que quieran matarlo», aduce. El religioso explica que las milicias de los Jóvenes Patriotas lo consideran su héroe, un mártir, y que su repliegue no ha supuesto el desarme. «Están bien entrenados y son muy peligrosos».
Agua potable
La falta de agua potable se ha vuelto acuciante en la urbe. «Tenemos reservas para tres o cuatro días», indica César Fernández, miembro de una pequeña comunidad que gestiona un centro de acogida de niños de la calle. La población ha comenzado a agujerear las tuberías en busca de líquido, lo que puede provocar un desastre. «Aunque se recupere el abastecimiento, va a ser difícil conseguirla porque el sistema está dañado».
Su barrio de Koumassi permanece bajo control de grupos afines al candidato, aunque de compromiso ideológico vago. «No les interesa la política, solo comparten su manera de ver los hechos y el origen étnico dioula», señala. La madrugada del jueves, estos muchachos recorrieron la zona blandiendo fusiles y afilando machetes. Ni las fuerzas de la 'operación Unicornio' ni los cascos azules penetran en la zona. Las calles están bloqueadas por barricadas, y hogares y tiendas son objeto frecuente de asalto. «No dejamos de preguntarnos cuándo nos tocará». La radio no funciona y tampoco hay prensa. Los religiosos solo acceden a las noticias por televisión e Internet. El toque de queda rige entre las doce de la noche y las seis de la mañana. La Embajada española no ha previsto ninguna forma de repatriación de los 150 nacionales que residen en el país, aunque fuentes consulares reconocen que la situación sigue siendo caótica. «Nos mantenemos en contacto a través del correo electrónico», explica Fernández. «Nos dicen que no salgamos y que mantengamos las ventanas cerradas».