Miembros de los servicios de emergencia israelíes trasladan a uno de los heridos en el atentado. :: AP
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Israel rememora su era más negra

El primer atentado con bomba desde hace seis años en Jerusalén deja un muerto y decenas de heridos y vuelve a desatar el pánico

JERUSALÉN. Actualizado: Guardar
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La detonación de una bolsa bomba con entre uno y dos kilos de explosivos frente a la estación central de autobuses sacudió ayer Jerusalén y sembró entre la población el pánico de los primeros años de la segunda Intifada, cuando los ataques kamikazes palestinos contra los vehículos de transporte público causaron decenas de muertos en Israel. El último se registró en septiembre de 2004. Como entonces, la policía no dudó en hablar ayer de «atentado terrorista», aunque su portavoz, Micky Rosenfeld, descartó la autoría de un suicida y dio cuenta de la apertura de un operativo de búsqueda de sospechosos, que bloqueó los accesos de la ciudad. Al cierre de esta edición, fuentes médicas situaban el balance de víctimas en un muerto -una mujer de 59 años- y al menos 38 heridos, dos de ellos de gravedad, que permanecían ingresados en el hospital Hadasah.

El estallido se registraba a las 3.30 de la tarde hora local (dos más en España) en uno de los puntos más estratégicos y concurridos de Jerusalén, una calle de tráfico denso donde se concentran numerosas paradas de autobuses urbanos y que tiene muy cerca el Centro de Convenciones y Congresos. En julio de 2008, esta zona ya fue elegida por un palestino para lanzarse con una excavadora contra el gentío, en un ataque que acabó con la vida de cuatro personas. La televisión pública interrumpía ayer su programación ante el temor inicial a que se hubiera producido otra masacre. «Cuando llegamos, vi a dos mujeres tiradas en el suelo, inconscientes y cubiertas de sangre», narraba el médico Motti Buthi, uno de los primeros en acudir al lugar del siniestro, que fue inmediatamente acordonado por la policía y los militares. La bomba había sido abandonada junto a una cabina de teléfono, muy cerca de la marquesina del autobús de la línea 74, que quedó dañado en el lado izquierdo y sufrió la rotura de la luna trasera, aunque la parte derecha y frontal presentaban los cristales intactos. «Si la explosión se hubiera producido dentro del vehículo, estaríamos ante otra matanza», advertía Mani Freeman, un estudiante de una escuela talmúdica del vecino barrio ultraortodoxo de Meah Shearim y que formaba parte de un nutrido grupo de ultras religiosos judíos que gritaba con insistencia «¡muerte a los árabes!».

«Ellos han hecho esto, no habrá paz nunca más porque de lo único que saben es de terrorismo: esta es su venganza por lo sucedido ayer en Gaza», añadía, en referencia al ataque de Israel que el martes se saldó en la Franja con ocho muertos, tres de ellos civiles, y que se ejecutó en respuesta al lanzamiento de cohetes palestinos. «Yo me voy de aquí, esto es muy peligroso, necesito rezar a Dios, son los palestinos otra vez.», se despedía otro joven, que no quiso dar su nombre, justo después de que cundiera el falso rumor de que se había hallado otro paquete sospechoso.

Yihad Islámica, partidaria de la resistencia armada y radicada en Gaza, aplaudió el ataque como «respuesta natural a los crímenes del enemigo (Israel)» y otra milicia, los Comités de Resistencia Popular, reivindicaron de forma confusa la autoría, según recogía ayer la edición electrónica del diario 'Yedioth Ahronoth' de Tel Aviv.

Pasar a la acción

El primer ministro hebreo, Benyamin Netanyahu, suspendía ayer un viaje programado a Moscú. Desde su Gobierno, el ministro de Seguridad Pública Yitzhak Aharonovich se limitó a atribuir la responsabilidad del atentado a «extremistas», al tiempo que el titular de Interior del ultranacionalista Yisrael Beitenu, Eli Yishai, defendía junto al autobús siniestrado la necesidad de «tomar acción, si no -dijo-, perderemos nuestro poder de disuasión». El ministro egipcio de Exteriores, Nabil Elaraby, pidió a Israel contención y advirtió contra una «operación militar en Gaza». «La guerra ha empezado en el sur y el terror en el corazón de Jerusalén», se pronunciaba el diputado judio, Nachman Shai, del opositor Kadima.

Las autoridades palestinas no hicieron esperar su denuncia. El primer ministro, Salam Fayad, condenó a través de un comunicado «esta operación terrorista en los términos más fuertes posibles, independientemente de quién esté detrás». El presidente Mahmud Abbas también hizo público su rechazo a lo ocurrido en Jerusalén en una declaración por escrito, en la que también reprobó «los cohetes y morteros lanzados desde Gaza en los últimos días».