Los trabajadores de la funeraria retiran el cuerpo de la mujer asesinada. :: EFE
ANDALUCÍA

«Llamad para que me detengan, he matado a mi mujer»

Un policía jubilado acude a entregarse tras acabar con su esposa a cuchilladas en el domicilio conyugal de Granada

GRANADA. Actualizado: Guardar
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A las nueve menos cuarto de la mañana, Cosme M. C. entró en un bar muy frecuentado por policías. Lo sabía porque hasta hace unos años él mismo había trabajado en el Cuerpo Nacional de Policía. Había recorrido los 500 metros que separan su casa del bar y al entrar se encontró con dos agentes de la Policía Local que desayunaban. «Llamad a un 'zeta' para que me detenga. He matado a mi mujer». Confesaba así el crimen que había cometido en su domicilio de Granada capital unos minutos antes.

Cosme había acabado con la vida de su esposa, Natividad, en el domicilio que ambos comparten en la calle Periodista Luis de Vicente, en el barrio de Cartuja. Usó dos armas blancas para matarla. «Estaba tranquilo y a simple vista no se le veía la ropa manchada de sangre. Vino directamente a entregarse y pidió a los agentes que llamaran a un 'zeta' (a una patrulla). Le preguntaron si tenía la pistola y el hombre dijo que no», explica el dueño del bar.

Los agentes acudieron a la casa para comprobar lo que Cosme, agente retirado por sordera, les había contado. Al ver que el cuerpo de Natividad G. C., de 61 años, yacía sin vida en un charco de sangre, detuvieron al hombre y avisaron a la Policía Nacional. En ese piso había vivido durante décadas el matrimonio, padres de dos hijos, ambos ya mayores y emancipados -uno de ellos es guardia civil-. Con ellos había vivido también la madre de Natividad hasta hace unos meses, cuando la mujer falleció.

Por lo que contaban ayer los allegados y vecinos de Natividad y Cosme, el suyo no había sido un matrimonio fácil ni feliz del todo. La pareja tuvo un bache y se separó hace unos años, llegando incluso a divorciarse. De hecho, según la delegada del Instituto Andaluz de la Mujer en Granada, Olga Manzano, la víctima había acudido a los servicios de esta institución para pedir asesoramiento legal cuando decidió divorciarse de su pareja. «Nunca relató una situación de malos tratos, ni consta que hubiera denuncia contra su pareja», apuntaba Manzano.

Reconciliación

Según el relato de los vecinos, cuando falleció la madre de Natividad, ambos retomaron la relación, aunque las discusiones siguieron. Mercedes, una vecina, explicaba ayer que era habitual verlos juntos, y que, al parecer, ella tenía problemas de «depresión, ansiedad y nervios». Según el presidente de la comunidad de vecinos, Santiago Vallés, el hombre estuvo durante unos meses alojado en el sótano del inmueble, «no sé cuáles eran los motivos, tenían sus rencillas dentro de la pareja y ella era muy conflictiva».

Vallés hacía estas declaraciones después de haber sido presuntamente agredido por la víctima la semana pasada. «Venía de la compra con unas bolsas, y sin mediar palabra, me agredió en la calle». Al parecer, aquella agresión llegó después de que el administrador de la finca publicara una lista con los vecinos que adeudaban la cuota de la comunidad, entre las que se encontraba Natividad. «Ella era muy autoritaria», añadió Santiago Vallés.