Las ilegales fueron las protagonistas de la jornada desde el mediodía hasta la caída de la tarde. :: MIGUEL GÓMEZ
CÁDIZ

La calle es de los 'jartibles'

La Plaza de Abastos y sus alrededores se convirtieron en punto de encuentro de la fiesta improvisadaEl buen tiempo se alía con el Carnaval chiquito y lleva a cientos de gaditanos a escuchar la última copla

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Herido de muerte, sabía la batalla contra Doña Cuaresma perdida de antemano. Pero el tiempo se alió con el último estertor del Carnaval y, por unas, horas el descontar de las horas hacia la Semana Santa se detuvo para reivindicar una nueva jornada de improvisado Carnaval. Carnaval chiquito o de los 'jartibles' que durante el mediodía de ayer se hizo realidad en la Plaza de Abastos y sus alrededores. Lugares míticos de la fiesta como la escalera de Correos o la propia plaza de las Flores revivieron las jornadas de la Semana de Carnaval. Eso si, ya sin programas oficiales o agenda de actos.

Era, mas bien, un encuentro cuerpo a cuerpo entre las calles y las agrupaciones ilegales y oficiales. Vías como Columela, Compañía y las plazas de las Flores, de la Libertad, Palillero o Mina fueron los lugares escogidos para realizar pases que se movían entre la espinita clavada y las ganas de más Carnaval. Un primer motivo esgrimido por el coro ganador del pasado Concurso de Agrupaciones, Allegro Molto Vivace, que interpretó todo su repertorio en la escalinata de acceso al Museo Provincial, en la plaza de Mina.

«El domingo pasado llovió y nos obligó a acabar antes de tiempo. Por eso nos quedamos con las ganas de más Carnaval», reconocía momentos antes de comenzar uno de los integrantes del coro de Nandi Migueles, Paco Medina. Como «existen las horas AM y PM y luego las horas de Cádiz» a las dos bien pasadas de la tarde aún no habían comenzado a interpretar un repertorio que estaba previsto para las en punto. Lo bueno se hace esperar, debió pensar el público eminentemente familiar que aguantó el retraso para escuchar un repertorio al completo.

No fue la única deferencia con su improvisado público. El coro interpretó sus tangos pertrechado con todo su atrezo, excepto el forillo. Medina explicó el motivo de un acto que en el coro interpretan casi como una forma de justicia poética: «La idea era poder presentarnos como en el teatro donde hay un público privilegiado que pudo escucharnos cono todo el atrezo preparado. Además, la idea de venir aquí era llegar a las familias que lo tienen más complicado para escuchar Carnaval».

El buen tiempo les acompañó durante toda la jornada con un sol brillante y unas temperaturas agradables que ayudaron a escuchar el repertorio de Allegro Molto Vivace hasta dos veces. «La idea es tirar luego para la plaza de San Agustín y estar en la calle hasta las siete de la tarde, más o menos».

Ambiente de ilegales

Y mientras el coro de Nandi Migueles comenzaba a desgranar su repertorio dispuesto entre banquetas y la escalinata y enmarcado por la portada clásica del Museo, The Cádiz Post Times deleitaba a otro buen número de gaditanos en la plaza del Palillero. De periodista a periodista, Mario Romero (integrante de la chirigota) explicaba su plan e intenciones en el día: «De aquí vamos a las escaleras de Correos y después daremos otro pase más. Queremos desquitarnos de un Carnaval que ha sido un poco raro».

En la plaza de las Flores el ambiente carnavalesco era ya más que evidente. En la puerta del bazar, en la de una cadena de ropa, o frente a la Freiduría de las Flores se concentraban bullas en torno a ilegales con tipos de dioses, gallos o gatos. Al otro lado de sus cuplés, público denso pero ordenado, de ese que le gusta escuchar.

Y es que Medina lo clavó en el público objetivo de la jornada de ayer: familias con niños cargadas de carritos para bebés. Un auditorio para el que un día de Carnaval es toda un gymkana. Elena Gómez lo sabe bien. Ayer se animó a disfrutar de las últimas pinceladas de Carnaval con su hermana Conchi, su marido (al que no le entusiasma especialmente el Carnaval, «se cansa pronto de escuchar», como reconoce su mujer) y su niño de un mes resguardado en un cochecito.

En su caso, la jornada también era para desquitarse de verdad, «después de que el niño haya estado resfriado durante el Carnaval». Su plan al mediodía «era escuchar lo posible hasta por la tarde». Y para ello iba sin rumbo fijo ni destino, «improvisando un poco, quizás por las Flores, el Mercado o el Pópulo». En este último punto, la tranquilidad era absoluta excepto en un lugar, el arco de los Blanco. En la muralla medieval se dieron cita distintas agrupaciones de mujeres para celebrar la única convocatoria oficial del día: el Carnaval chiquito organizado por las mujeres de Izquierda Unida.

A la caída de la tarde ya sí que pareció llegar la tregua definitiva de Don Carnal. Con el fin del día, se borraban los últimos vestigios del Carnaval. Ya solo quedaban restos de papelillos y serpentinas en alguna que otra esquina. La sentencia ya era definitiva, para satisfacción de algún que otro cofrade: Doña Cuaresma por fin ganaba el pulso a Don Carnal. Eso sí, a 25 días del Domingo de Ramos.