Dos miembros del club de fumadores de Arcos leen el periódico y ven la televisión mientras disfrutan de un cigarrillo. :: JAVIER FERNÁNDEZ
SIERRA

Un rincón al margen de la ley

Los propietarios del Bar Carmen habilitan un local anexo al suyo pero independiente para que sus clientes pongan en marcha la asociación

| ARCOS. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Irse con el humo a otra parte pero resistirse a dejar de disfrutar de su bar. Esa es la opción que han tomado algunos tertulianos de un bar de Arcos, el Bar Carmen, para evitar que la entrada en vigor de la ley antitabaco les dejara sin el placer de fumar mientras se toman una copa, un café o una cerveza.

Antonio Roldán y Carmen Moreno, los propietarios del establecimiento que se encuentra en la calle Juan Ramón Jiménez, han acondicionado un local anexo a su establecimiento, pero totalmente independiente, para utilizarlo como club de fumadores y evitar la espantada de sus clientes. «Antes lo utilizábamos para hacer celebraciones pero con la nueva ley hemos querido dar un lugar a nuestros clientes donde poder fumar», destaca Carmen, añadiendo que «los primeros días vimos que se nos iban los clientes y decidimos hacer algo para evitar que el negocio se fuera a pique». La propietaria añadió que «no podíamos poner en riesgo nuestra inversión y nuestros puestos de trabajo».

El primer club de fumadores de la Sierra abrió sus puertas hace algo menos de un mes y ya cuenta con 30 socios, cuatro de ellos mujeres, que aportan dos euros al mes para mantener la instalación. Allí los fumadores hacen «lo que siempre se ha hecho en un bar, ver la tele, jugar a las cartas, mantener una tertulia y tomar algo, pero sin dejar el cigarro de un lado», destaca Pedro, socio número cinco del club. Antonio, el número seis, añade que «si nuestros padres y abuelos vieran lo que tenemos que hacer para podernos fumar un cigarro no se lo creerían». A cambio han rechazado tener una barra al lado y son ellos mismos quienes llevan sus consumiciones de un local a otro. De hecho los clientes suelen ser servidos a través de una ventana que conecta la calle con el interior de la barra del bar y que se encuentra a dos metros del local que usan como club privado.

Con esta iniciativa, los tertulianos de este bar del Barrio Bajo han dejado de tener que salir a la calle a echar una calada. A solo 50 metros del centro de salud ellos han encontrado su particular oasis rodeado de humo. La propietaria asegura que estar tan cerca del centro de salud no le ha generado ningún problema y, de hecho, «algunos médicos y personal del ambulatorio ya son socios del club y vienen aquí por la mañana a desayunar y fumarse un cigarro después del cafelito».

Legalidad

Los promotores de la idea han pretendido ser escrupulosos con la aplicación de la ley para evitar que tanto el bar como los clientes puedan ser sancionados. Por ello, exigen que todos los socios que quieran formar parte de este club se inscriban en el libro de registro, no tienen camareros para atender este local e impiden la entrada de mujeres embarazadas y niños, tal y como marca la normativa. El tesorero de club, Juan, asegura que «nosotros no estamos fuera de la ley, simplemente hemos buscado la fórmula a la que podemos agarrarnos para seguir disfrutando del vicio que tenemos». Además, añade que «se puede hacer socio quien quiera, incluso no fumadores, pero que sean conscientes de que aquí se fuma».

Isabel, una de las cuatro mujeres que son socias, asegura que «con el club evitamos estar en la calle, pasando frío o mojándonos si llueve, y aguantando que la gente nos mirara como si fuéramos apestados». Ella asegura no entender «cómo el Gobierno nos prohibe fumar en todos sitios y nos siguen vendiendo el tabaco y cobrándonos los impuestos», añadiendo: «No veas la que nos está liando la Leire Pajín a los fumadores con la ayuda de su amiguito Zapatero».