Economia

El futuro de las pensiones se decide en una semana

El Gobierno y los sindicatos apurarán la negociación sobre la mayor reforma del sistema desde su creación

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Gobierno, sindicatos y patronal encaran una semana decisiva en la que las medidas que adopten dejarán una profunda huella en la Seguridad Social, el mercado laboral e incluso en la política industrial. El Ejecutivo y los agentes sociales apuran la negociación sobre las actuaciones planteadas por Zapatero en materia sociolaboral con el objetivo de alcanzar un mínimo nivel de consenso en torno a la reforma de las pensiones -la más importante desde la creación del sistema- y su punto más controvertido: el retraso en la edad de jubilación hasta los 67 años.

Los interlocutores tienen un limitado margen de maniobra en esas conversaciones. Aunque quisiera, el Gabinete socialista tiene la estrecha vigilancia de los mercados financieros que le impide rebajar de forma apreciable su propuesta, ante el riesgo de recibir un sonoro varapalo que dispare el coste de la deuda y resucite el fantasma de una intervención por parte de la UE. Las centrales, porque esa iniciativa es una 'línea roja' que les resulta muy difícil traspasar, salvo que sus efectos sean seriamente suavizados, mientras se tientan la ropa a la hora de hablar de una nueva huelga general: si la protesta no logra un seguimiento muy mayoritario, tras la experiencia del 29 de septiembre, correrían el riesgo de un palpable debilitamiento.

Aunque CC OO y UGT habían anunciado que el martes sería el día clave, en las últimas horas han optado por ampliar el plazo al menos hasta el viernes, cuando el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar, con o sin acuerdo, los cambios que afectarán a las futuras pensiones. El hipotético compromiso global que debaten incluiría acciones para amortiguar algunos efectos de la reforma laboral; garantías sobre la reforma de la negociación colectiva -exigen el mantenimiento de las ventajas sociales vigentes en los convenios no renovados-, la promesa de una política energética con precios «estables y competivivos» y una política industrial integral que convierta esta actividad en estratégica.

Los sindicatos convocarán a partir del día 31 a sus consejos confederales -máximos órganos entre congresos- para adoptar una decisión en función del resultado de las negociaciones: la firma de un pacto, nuevas movilizaciones -la opción más probable es una indeseada huelga general- o cualquier otra opción.

Mientras, las recomendaciones de la comisión del Pacto de Toledo para reformar el sistema de pensiones serán votadas el martes por el Congreso, donde existe un amplio consenso sobre el documento, que no incluye el retraso de la edad de jubilación, una medida que solo defiende expresamente el PSOE. El PP baraja reclamar que se vote en el pleno la renuncia a esa iniciativa. Con la vista puesta en CiU y el PNV, el Gobierno ha rescatado al exministro de Trabajo Jesús Caldera para buscar un apoyo de otros partidos.

La negociación del Gobierno con CC OO y UGT sigue focalizada en las nuevas condiciones de la jubilación. Los 67 años pueden ser asumidos por ellos solo si van acompañados de excepciones y requisitos que permitan que el retiro más frecuente se siga produciendo a los 65 años, según fuentes sindicales.

Hay otras cifras 'mágicas' sobre las que gira la negociación. Por ejemplo, los 41 años cotizados que podrían exigirse para que los trabajadores sigan jubilándose a los 65. Una rebaja de esa cantidad puede acercar posiciones, así como que no se eleve a 37 años -ahora son 35- el periodo necesario de cotización para obtener una pensión 'completa'. El alargamiento del periodo de cómputo de 15 a 25 años es otro escollo.

La jubilación parcial por contrato de relevo, que ha sido la vía para la salida del mercado laboral de trabajadores mayores de 60 o 61 años, es otro asunto controvertido. Los sindicatos quieren mantener viva esta opción. El Gobierno desea reducir esa fórmula de manera drástica por su elevado coste para la Seguridad Social: 125.000 euros 'extra' por persona, según cifras oficiales. En cambio, para la patronal es una vía muy beneficiosa que le permite renovar plantillas y rebajar costes de una manera sustancial. Además, el Ejecutivo quiere suprimir el retiro a los 64 años, apenas utilizado, y pasar de 61 a 63 años la jubilación anticipada con recortes de pensión.

Otro elemento que puede contribuir a modular los efectos de los 67 años es la penalización para quienes deseen abandonar el mercado laboral antes de esa edad. La sanción de la Seguridad Social es en la actualidad de entre el 6% y el 8% de la pensión -en función de los años cotizados- por cada ejercicio que se anticipe el retiro a partir de los 61 años. En la mesa de negociación se debate el recorte para los que decidan no llegar en su empleo hasta los 67. Sí hay acercamiento en los plazos en que entrarán en vigor estas medidas, finales de la década de los 30.

Por si la complejidad de las negociaciones fuera poca, la aceptación de las diferentes medidas no es la misma en los dos sindicatos mayoritarios, ni en los ministerios de Trabajo y de Economía. El Ejecutivo está encontrando más dificultades en UGT que en CC OO para encarrilar algunos apartados, pero dentro de las centrales también existen presiones de sus 'familias' en uno u otro sentido. Un solo ejemplo: mientras que Comisiones no vería demasiados inconvenientes en elevar de 15 a 20 años el periodo de cómputo, UGT ha vetado todos estos años esa posibilidad.