Un campo de deportes en Brisbane, bajo el río Bremer. :: AFP
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Las inundaciones ahogan Australia

Las riadas que azotan el noreste del país dejan 200.000 damnificados y unas pérdidas de 4.600 millones de euros

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A medida que pasan las horas, el noreste de Australia pierde terreno en la inútil batalla que libra por controlar la furia de las peores inundaciones en tres décadas. Ante el imparable avance de las aguas en el estado de Queenslad, miles de ciudadanos de la tercera mayor ciudad del país, Brisbane, se vieron obligados ayer a abandonar sus viviendas ayer para refugiarse en zonas más altas. Otros, en cambio, almacenaban alimentos y se parapetaban en sus hogares mientras improvisaban muros de contención con sacos de arena. Las riadas gigantes han causado hasta ahora 14 muertos, 78 desaparecidos y más de 200.000 damnificados.

«Estas inundaciones se desarrollan y cambian a un ritmo que asusta. Estamos viviendo una experiencia espantosa. Pero no es momento para dejarse llevar por el pánico. Debemos permanecer unidos», instaba la jefa de Gobierno de Queensland, Anna Bligh, en un mensaje difundido ayer en la emisora de radio ABC. Las palabras de Bligh llegaron acompañadas de la declaración del estado catastrófico en la región, una medida que las autoridades han considerado necesaria para ordenar evacuaciones que ayuden a proteger el mayor número de vidas posible.

Alrededor de 1.500 personas procedentes de Brisbane y la localidad vecina Ipswich permanecen alojadas en centros seguros. Mientras tanto, familias enteras continúan desaparecidas tras ser soprendidas en el valle del río Lockyer por una tromba de agua que en algunos puntos alcanzó hasta los 8 metros de altura. La ola gigante fue calificada por las autoridades australianas como un auténtico «tsunami terrestre». En busca de supervivientes, los equipos de rescate se afanaban ayer por recuperar cuerpos entre el agua y el lodo.

El acceso a las zonas más devastadas, sin embargo, continúa siendo practimente imposible, según precisaron brigadas de salvamento y de la Cruz Roja. A ello se suman las complicaciones que se prevén para esta semana. Las agencias meteorológicas alertan de la inminencia de fuertes lluvias en los próximos días. «La situación se ha deteriorado obviamente y el jueves va a ser devastadora para los vecinos y negocios afectados», admitió el alcalde de Brisbane, Campbell Newman.

Los mayores riesgos se concentran actualmente en torno al dique de Wivenhoe que, pese a haber protegido la tercera ciudad más grande de Australia de las inundaciones, ahora constituye una seria amenaza por encontrarse al límite de su capacidad. El Gobierno local necesita vaciar parte del agua en la cuenca del río Brisbane -que se desbordó también ayer- para evitar que 9.000 casas, 30.000 propiedades y 80 localidades aledañas resulten afectadas por las trombas de agua.

En vista del incontenible caos, la jefa del Ejecutivo de Camberra, Julia Gillard, alertó de que «todavía debe afrontar días tristes» el estado de Queensland y, especialmente, Brisbane. Las poco alentadoras previsiones dejaron vacías las calles de la ciudad y el servicio de trenes, autobuses y ferrys quedó cancelado. A la reinante desesperación se añadieron dosis de violencia después de que un amplio número de ciudadanos asaltara varias tiendas de alimentos.

Tragedia de 1974

Las lluvias torrenciales que azotan Australia amenazan con superar la tragedia de 1974, cuando otra inundación mató a 14 personas, dejó más de 300 heridos y 6.700 viviendas sepultadas bajo el agua. Con la intención de evitar una catástrofe similar, las autoridades han hecho un llamamiento a la calma a los dos millones de habitantes de Brisbane. Asimismo, han pedido a quienes viven en zonas más altas que permanezcan en sus hogares y eviten coger el coche.

El Gobierno de Canberra calcula que las gigantescas riadas han han provocado hasta el momento unas pérdidas cercanas a los 6.000 millones de dólares (4.628 millones de euros). Las estimaciones del Ejecutivo, sin embargo, no incluyen los cuantiosos daños en los dos sectores más importantes del país: la minería y la agricultura. Entre las dos terceras partes de Queensland que permanecen anegadas yacen destruidas millones de toneladas de fruta, cereales y algodón.