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Cuidado con las bromas

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La policía danesa anduvo lista y evitó una masacre en el diario 'Jyllands-Posten'. Era la noticia que menos le hubiera gustado dar a sus redactores, pero los supervivientes tendrían que publicarla. Eso sí, con cuidado para no incurrir de nuevo en la cólera de algunos extremistas islámicos que se la tienen jurada por Alá al periódico. El delito del mencionado diario es haber publicado unas caricaturas de Mahoma.

Es curioso que haya gente que considere perdonable casi todo, desde el adulterio hasta el asesinato, pero no consienta la burla. «De mí no se ríe nadie», oímos decir desde siempre sin necesidad de haber estado jamás en Dinamarca. De eso a ampliar lo que estiman como una injuria terrible un dibujo de sus divinidades no hay más que un paso. La risa, según Bergson, denota superioridad cuando su motivo es el prójimo. Para reírse cuando una anciana se cae hace falta ser un completo miserable, pero si el que se va al suelo en una ocasión solemne es un prócer lleno de condecoraciones, no hay que desperdiciar la ocasión.

En líneas generales, casi todo el mundo presume de tener sentido del humor. «Otra cosa no tendré, pero siempre he tenido sentido del humor», nos dice ese amigo que cuenta muy bien los chistes, pero los chistes, según un verdadero humorista como Wenceslao Fernández Flórez, son el pariente más cercano de las cosquillas. Pueden obligarnos a reír a carcajadas, pero cuando cesa el estímulo no se ha enriquecido nuestro espíritu ni con un pensamiento ni con una emoción. El humor es otra cosa, más sutil y más cercana a la piedad y a la tristeza que el sarcasmo. «Por favor, no bromeéis con el humor, el humor es algo serio», nos pidió Jacques Prévert. Pidámosles a los humoristas que no rocen ciertos temas. Hay mucho fanático suelto y puede ser la última vez.