Protestas de los trabajadores en marzo de 2007 cuando se anunció el cierre de la planta de Puerto Real. :: A. VÁZQUEZ
Ciudadanos

La falta de apoyo y el nuevo escenario social deja sola a la antigua plantilla de Delphi

El escenario económico es distinto y la solidaridad de entonces se ha tornado en desconfianza y miedo Los parados de la factoría pierden el apoyo social que recibieron hace tres años debido al aumento del desempleo y la crisis

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Muy pocos le pueden dar lecciones de solidaridad y de lucha a Daniel Aguilar. Durante los primeros cuatro meses de este año estuvo delante del Ayuntamiento de Cádiz con una pancarta reclamando trabajo. Estaba desesperado. No percibía ningún tipo de ayuda económica. Había recorrido todas las oficinas de Empleo de la Bahía y los capataces de obra de Cádiz sabían de sus habilidades en la construcción, sin embargo, la respuesta siempre era la misma: «no hay 'ná'». Protagonizó junto a otros compañeros un encierro en la iglesia de San Lorenzo e incluso llegó a realizar una huelga de hambre. Hoy vive una situación algo distinta, pero igual de inestable. Realiza un curso de formación en El Puerto por el que percibe 900 euros netos pero su futuro está lleno de nubarrones. El mes que viene acaba la formación y vuelta a empezar. Daniel mira con recelo a los ex trabajadores de Delphi y aunque respeta sus reivindicaciones reconoce que no es agradable que unos parados tengan más privilegios que otros.

Casi cuatro años después del cierre de la factoría de Delphi los fantasmas del pasado conviven con los del presente y lo que es peor aún, la memoria se vuelve más selectiva. Un terremoto laboral sacudió a la Bahía aquella mañana del 22 de febrero de 2007. Hoy todavía continúan las replicas del seísmo. La firma de automoción ponía fin a 25 años de presencia en Cádiz y dejaba en la calle a 1.800 trabajadores. Después del 'shock' emocional que produjo la noticia vinieron las reacciones. La sociedad gaditana amparó sin condiciones a las familias que, por una decisión de estrategia empresarial, se habían quedado en la calle. No faltó el apoyo, la solidaridad y el consuelo. La Bahía recordó de nuevo aquel invierno de 2007 la película negra de las últimas reconversiones en astilleros. La tragedia del paro se colaba otra vez en los hogares. Al grito de «Delphi no se cierra» o «Delphi somos todos», una marea humana de 50.000 personas inundó el centro de la capital el 1 de marzo en demanda de una solución digna. Días antes, los ex trabajadores de la factoría habían protagonizado un rosario de movilizaciones, con cortes de tráfico incluidos, para reclamar la atención política. Delphi era el símbolo de una injusticia y el ejemplo más cruel del paro. La plantilla contó entonces con el apoyo vecinal en su marcha hacia el Parlamento Andaluz, en Sevilla. En cada kilómetro del recorrido recibieron el afecto del público, el mismo que cosecharon cuando la convocatoria de huelga general en la Bahía el 18 de abril. El seguimiento fue total.

El Gobierno regional no tuvo más remedio que mover ficha ante esta hecatombe laboral y elaboró un ambicioso plan para garantizar el tejido industrial en Cádiz. Los sindicatos y los representantes del comité de empresa de Delphi participaron en esta iniciativa, al mismo tiempo que se negociaba con la dirección de la multinacional el cierre definitivo de la factoría. Las elecciones generales estaban a la vuelta de la esquina. Los socialistas velaban por sus intereses electorales y pusieron toda la carne en el asador para rebajar el impacto social del cierre de Delphi y salvar así la cara ante los comicios de 2008. Chaves, Zapatero y Griñán también estuvieron junto a los exDelphi. En julio de 2007 se llega a un acuerdo con la plantilla que se recoge por escrito. Se trata de un pacto de garantías, mediante el cual los trabajadores tendrán una beca de formación y transporte hasta su recolocación, cobrarán su indemnización y el paro, y los terrenos de la factoría servirían como centro para la instalación de nuevas empresas en la Bahía. La Junta, a través de las consejerías de Empleo e Innovación, pilotaban la estrategia a seguir. Se prevén partidas para más de 400 prejubilaciones, ayudas al autoempleo y se anuncia, meses más tarde, la llegada a Cádiz de una docena de empresas para recolocar a los exDelphi.

El escenario es hoy radicalmente distinto. Cuatro años después del 'caso Delphi', la provincia suma 174.000 parados, unos 60.000 gaditanos ya no perciben ningún tipo de ayuda social, casi 130.000 hogares tienen a todos sus miembros desempleados y el poder adquisitivo de quienes trabajan ha menguado. Ante este panorama, el apoyo social a las reivindicaciones los 600 exDelphi que aún quedan por recolocar se torna más difícil y complicado. La crisis y el paro no solo afecta a los ex trabajadores de Delphi, sino a cualquier gaditano.

«El coste político es ahora menor» Teresa Pérez del Río

El cambio que ha experimentado la sociedad gaditana en relación al conflicto de Delphi lo resume la catedrática de Derecho del Trabajo en la UCA, Teresa Pérez del Río, que aclara como en 2007 los efectos de la crisis no eran todavía perceptibles. Esta situación permitía entonces ser más solidarios que ahora, es decir, la tasa de paro era menor y el problema no estaba tan extendido. «Lo que ocurre en 2010 es que cada uno mira por sus propios intereses». El miedo al desempleo ha provocado desconfianza y la situación de Delphi ha pasado de extraordinaria a ser algo habitual en los hogares gaditanos. Primero fueron los astilleros, luego Altadis, más tarde Delphi y, en estos momentos, cualquier sector está tocado. «Es lógico que no exista ese respaldo social».

Del Río avanza más en su reflexión y destaca como el superávit presupuestario de 2007 permitió a la Junta elaborar un plan ficticio para la Bahía que ahora, en tiempos de crisis, resulta inviable. Sin embargo, señala que el coste político en esta ocasión será menor, ya que los exDelphi han dejado de tener el respaldo mayoritario de la sociedad.

«El pacto con la Junta creó un colectivo de privilegiados» Javier Fernández

El desapego social hacia los exDelphi encuentra también una explicación desde el punto de vista económico. Así, las condiciones del pacto firmado con la Junta los alejaba del estatus o rol de cualquier parado. El gerente del colegio de Economistas de Cádiz, Javier Fernández, señala como el cierre de Delphi en 2007 «fue el primer varapalo que dejó la crisis internacional en la Bahía». La empresa abandonaba su residencia habitual y abría centros de trabajo en mercados donde la producción era más barata que en España. De esta forma, la compañía amplió la línea de producción en Polonia y abrió sede en Marruecos. Delphi provocó, según Fernández, un efecto dominó que ahora pasa factura. En su opinión, el consumo se ha resentido. Otro de los factores en los que incide el gerente del Colegio de Economistas es que «el pacto firmado con la Junta, aunque lícito, sí que contribuyó a crear un colectivo de parados privilegiados, lo que se ha denominado pardos de primera y de segunda». En este sentido, comenta que el acuerdo fue una salida hacia adelante en un momento de bonanza, «pero es a todas luces imposible de cumplir ahora».

«Son parados vip» Carlos Vázquez

La formación remunerada que perciben los extrabajadores de Delphi es el caballo de batalla de otros parados de la provincia. Carlos Vázquez ha pasado por varios cursos formativos sin recibir salario alguno y hoy, a duras penas, sobrevive gracias a las peonadas que echa en dos obras de la capital. Durante varios meses estuvo en la plataforma de parados gaditanos y reconoce a estas alturas que la situación de la plantilla de Delphi es de privilegio, «son los vip de la provincia». Denuncia que este colectivo no se solidarizó entonces con los parados que estuvieron en San Juan de Dios. Lamenta y respeta la situación de los exDelphi, «pero es igual que la de otros tantos gaditanos».

«La inversión en formación no puede caer en saco roto» José Manuel Hesle

El conflicto Delphi tampoco pasa desapercibido para las asociaciones de vecinos. Así, el presidente de la asociación de Puntales, José Manuel Hesle, lejos de entrar en polémica, destaca que la situación actual no tiene nada que ver con la de 2007 y este colectivo, en estos momentos, «no está en la misma línea de emergencia económica que pueden encontrarse quienes ni siquiera perciben ayuda».

No obstante, Hesle llama la atención a todos los responsables políticos, ya que considera que el dinero que estos han destinado para la formación, más de 120 millones de euros, no puede caer en saco roto, es decir, según afirman: «esta mano de obra cualificada tiene que encontrar un destino, de lo contrario, sí que estaríamos hablando de agravios».

«A todos nos ha salpicado la crisis» Salvador Muñoz

Las últimas movilizaciones que han llevado a cabo los exDelphi en la calle han tenido especial repercusión en el comercio. Los cortes de tráfico y las protestas se han dejado sentir. Así, el presidente de la Asociación de Comerciantes de Cádiz apela a la responsabilidad de los sindicatos y de la plantilla «porque a todos nos ha salpicado la crisis». Muñoz respeta las reivindicaciones de la plantilla. Reconoce que el cierre de la empresa fue un desastre para la Bahía, pero no ha sido un caso aislado. El comercio, por ejemplo, ha cerrado un millar de tiendas en los últimos tres años y 20.000 trabajadores se han ido al paro. Muñoz pide respeto para todos.