DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSPATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

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La semana que viene la Unesco decidirá si el flamenco merece ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. ¿Se habían enterado? Probablemente, si escuchan o ven Canal Sur -que lleva semanas emitiendo una excepcional campaña de apoyo al flamenco- estén al cabo de la calle. De lo contrario, es más complicado. Algo ha salido en los periódicos, pero más bien poquito. El problema no es de los periódicos, el problema está en que Jerez, una ciudad a la que se le llena la boca para decir que es «la cuna del flamenco», está pasando del tema olímpicamente, como si declaran Patrimonio de la Humanidad al gamusino ibérico. Da igual. Ya sé que en los tiempos que corren hay cosas más importantes de las que ocuparse, pero si por la crisis económica nos vamos a olvidar también de nuestra cultura y de nuestra identidad, quizá lo más fácil sea que nos encierren a todos en una granja y nos pongamos juntos a pastar. No hay excusas para no defender aquello de lo que tanto presumimos, es difícil entender el pasotismo de Jerez ante tantas cosas. Y no estoy diciendo que tendríamos que haber puesto a toda la ciudad a bailar por bulerías, no. Pero algún acto, alguna declaración, algún gesto de apoyo a la candidatura del flamenco no habría estado de más. ¿En qué estaban pensando las peñas, el Ayuntamiento, las instituciones y asociaciones culturales o las compañías de flamenco que tenemos en esta tierra? En fin, no vamos a resolver nada insistiendo en el tema, pero creo que mucha gente ha echado en falta que Jerez, con todo su arte y su tronío, alzase la voz un poquito en un momento que, si bien no es trascendental, puede suponer un espaldarazo y un reconocimiento mundial a la cultura del flamenco, es decir, a la nuestra. La declaración como Patrimonio de la Humanidad supone una extraordinaria campaña promocional y es algo así como que te concedan un título nobiliario. Es obvio que el flamenco debería haber pasado por este trámite hace ya muchos años, y que se ha ganado el respeto de todo el mundo, pero ahora nos lo van a poner negro sobre blanco y lo van a mostrar al planeta entero. Alguno pensará que esto no sirve para nada, pero yo soy de los que opinan que algo bueno traerá un nombramiento de tanta categoría, empezando por el soporte promocional -más aficionados, más turistas, más contratos fuera de España para los artistas- que significa ser Patrimonio de la Humanidad. La decisión final la conoceremos el martes o el miércoles, se va a tomar en el seno de una asamblea de la Unesco que se celebra en Kenya. Estoy convencido de que va a ser un sí, y de que podremos dedicárselo a todos los que, casi sin darse cuenta, han hecho del flamenco un movimiento de culto en todo el mundo. Quizá, ya que no se ha hecho nada hasta el momento, podamos organizar un festival para celebrar la declaración como Patrimonio de la Humanidad. Algo para celebrar, algo que nos ayude a afrontar un futuro que se presenta inestable, por decirlo de manera suave. Llegados a este punto ya sabemos que el proyecto de la Ciudad del Flamenco no estará a tiempo para 2013, fecha en la que se quería celebrar en Jerez el Año Internacional del Flamenco. Mucho me temo que esa conmemoración va a tener que ser borrada del calendario para esperar a un mejor momento. Sin la Ciudad del Flamenco, que está llamada a convertirse en el principal referente y exponente de esta expresión artística en todo el país, se antoja mamarrachento organizar nada. La crisis, la falta de visión y la política mal entendida han tenido paradas demasiado tiempo las obras del complejo que diseñaron Herzog y de Meuron. Y ahora es tarde. Es mejor dejar pasar la ocasión a confeccionar un programa de circunstancias, sin presupuesto, hecho de retales y con escaso atractivo para el público. Cuando no se puede, no se puede. Más vale quedarse en el camerino, que salir al escenario sin voz y hacer el ridículo. Organizar un año 2013 sin la Ciudad del Flamenco sería una falta de respeto para el flamenco en sí, y no podemos hacer eso con un arte que va a ser nombrado dentro de un par de días Patrimonio de la Humanidad. Seguro que sí.