La granadina llenó el Gran Teatro Falla con su tormenta de flamenco. :: EVA LINDBERG
Sociedad

LLUVIA DE EMOCIONES

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El amplio e impresionante historial dancístico de Eva la Yerbabuena, además de granjearle el reconocimiento de crítica público y gremio, le ha abocado a experimentar en otras disciplinas artísticas como el cine o el documental. Ha compartido creaciones con figuras como la del estupendo cineasta Mike Figgis, o la ilustre Pina Bausch, entre otros. La dilatada experiencia de esta bailaora alemana de nacimiento, pero granadina de verdad, resuma madurez y excelencia a cada nueva propuesta. Arropada siempre por un magnífico grupo de artistas flamencos y técnicos de primera, sus espectáculos son garantía de éxito y son siempre bien recibidos allá donde van.

Con 'Lluvia', el espectador es atrapado por un cúmulo de sensaciones y emociones constantes que fascinan y encandilan los sentidos. No hay lugar para la cavilación. La duda o la dispersión quedan borradas de la sala gracias al poderoso magnetismo que genera la vibrante presencia de la protagonista, cuyo talento, parece ir más allá de lo que sus músculos y gestos van a permitirle expresar. Como poseída por momentos, persona y artista se funden para dejar su alma, o su duende, a merced de la creación y la inspiración del momento. En comunión con su público, logra transmitir una especie de aura envolvente y luminosa que emociona y estremece. Su temperamento es tal, que fluye con una organización poco común en un escenario y que consigue arrancar una y otra vez los aplausos y jaleos de los presentes. Con simplicidad y finura, las distintas evoluciones que componen el espectáculo nos hacen transitar por el dolor, la tristeza, la melancolía, el abandono, la desesperación, la impotencia y la soledad. En pocas ocasiones podemos constatar que un artista logre plasmar lo que ha querido comunicar con su obra, y en este caso, afortunadamente, el objetivo se consigue. El resultado parece ser producto de una introspección a las mismas entrañas de la artista, para verse finalmente volcada en baile, por medio de una técnica impecable en esta lluvia de emociones.

No cabe duda de que el arte es contundente cuando logra sintetizar en lenguaje metafórico aquello que es un grito irrefrenable en su origen. Gracias a esta yerba buena granadina por ese juego de profundidades y claroscuros, por esa mesa que es una cárcel y un refugio, por esos gritos silenciosos, por ese luto que se hace fiesta, y sobre todo, por esa generosidad del verdadero artista que llega a nuestros corazones después de explorar y depurar lo que quiere convidarnos.