ANDALUCÍA

Las gafas rotas no eran de Muñoz

Las carreras y codazos por hacerse con el mejor sitio dentro de la sala fueron los únicos incidentes de la jornada

MÁLAGA. Actualizado: Guardar
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La noticia corrió como la pólvora por los pasillos de la Ciudad de la Justicia. Del oído de un periodista a la boca de otro, a los foros de Internet e incluso a las notas de las agencias de comunicación: Julián Muñoz se encaraba con un reportero gráfico porque en un barullo, éste le rompió las gafas que llevaba en el bolsillo de su americana y el ex alcalde, muy enfadado, le pidió a un policía que le solicitara los datos. «Éste me paga los 150 euros que valen», aseguró Muñoz, según contaban en los corrillos. Podría haber sido la frase de la jornada si alguna vez se hubiera producido.

Ciertamente, un cámara de televisión rompió unas gafas a la llegada del ex alcalde, pero no fueron las de Muñoz las que cayeron al suelo sino las de un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Esta no noticia, que lo fue sin embargo durante buena parte de la jornada de ayer, da idea del caos que envolvió la primera jornada de este macrojuicio, cuya cobertura informativa corrió a cargo de unos trescientos periodistas.

El celo en la organización motivó caras de sorpresa entre las personas que acudían a la Audiencia de Málaga por otros asuntos judiciales, y que se toparon con dos cordones policiales, lo que también confundió a algunos acusados, que no sabían por qué zona debían acceder. Pasado el mal trago inicial, la Ciudad de la Justicia aprobó la primera prueba de fuego con nota y la sesión inicial se desarrolló sin incidentes.

Algunas quejas y empujones, sin embargo, aliñaron el comienzo de la vista, que comenzó con media hora de retraso. Fue en ese momento cuando comenzaron las carreras y codazos por hacerse con el mejor sitio en la sala. Había que hacer lo imposible. La Guardia Civil se afanó por explicar al público que esperaba en el pasillo, -sobre todo familiares y amigos de los imputados- que no había sitio para todos. Pese a los esfuerzos por habilitar una sala especial con aforo para unas 250 personas, el recinto se quedó pequeño. Cada uno de los 95 imputados iba acompañado de su abogado y éstos a su vez de sus respectivos ayudantes jurídicos con lo que finalmente sólo quedaron 24 huecos libres para el público y algún otro periodista que prefirió seguir la causa desde dentro y no desde la sala de prensa montada ex profeso para el juicio.

«Se ha colado»

«Nosotros estamos haciendo nuestro trabajo», alegó un reportero. «Pues nosotros tenemos a nuestro padre ahí dentro y no pensamos quedarnos fuera», contestó el familiar de uno de los imputados. Tras las réplicas y contrarréplicas entraron los más avezados, eso sí, después de escuchar alguna que otra lindeza y un «se ha colado».

Los familiares, amigos y curiosos que se quedaron en el pasillo de la Audiencia no tuvieron más remedio que seguir la exposición de las cuestiones previas desde una gran pantalla colgada en una de las paredes del pasillo. En torno al 'plasma' se congregó un curioso espectro social: Jóvenes, mayores, 'pititas', marujas, funcionarios y hasta el personal de limpieza que al pasar con la mopa y el trapo no perdían la oportunidad de echarle un ojo a la pantalla. Tan de sorpresa cogió a alguno de estos curiosos que muchos preguntaban: «¿Pero hoy no viene la Pantoja?». Los más informados acudían prestos a sacar de dudas a su vecino : «No. Isabel está imputada en una pieza separada».

Entre los interesados, se contaron algunos vecinos de Marbella, como una joven estudiante de Derecho que se quedó a las puertas de asistir a la primera sesión de la macrocausa. «Mañana le guardo el número, como en charcutería», bromeó uno de los guardias civiles que se encontraba vigilando el acceso.