Sociedad

Sin trofeos en el mano a mano entre El Cid y Luque en la Maestranza

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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Ni los propios protagonistas se sintieron motivados. Sólo que hubo matar tres toros y no dos. Mucho más cálida la gente con El Cid que con Luque. El único instante de desafío, pero en son menor, fue pasajero: Luque le hizo un quite al primero de corrida. Descolgó por la mano izquierda con temple y acabó siendo el más propicio y sencillo de los seis. Era el menos ofensivo. Pecaron de trigonométricos los lances de El Cid en el recibo. No la faena, construida sin precisión pero tampoco improvisada. Desigual en logros e ideas. La apertura, a dos manos y por arriba, fue solemne. Con la zurda El Cid abrochó muletazos buenos pero faltó una tanda de las de ponerse en serio, un enojoso vientecillo obligó a torear con ayuda de la espada y, aunque la cosa vino por la mano buena, a El Cid le habría hecho falta romperse un poco más. Una estocada trasera y tendida.

El segundo, negro lustroso, muy armónico, se frenó de salida y se salió suelto. Tuvo un arranque prometedor, Luque se arrancó también, y de pronto el viento hizo tomar precauciones y se cortó el fluido. Salidas distraídas del toro, que tuvo bondad pero poca gana. La estocada, enhebrada, asomó por un costado. Un desdoro.

Los dos toros del segundo tramo escarbaron. El tercero fue el más hondo. Hizo salida de toro asustadizo, frenado en el capote. El Boni lo manejó de maravilla, lo dejó listo con cuatro lances.

Picado trasero, el toro se escupió del caballo y se empleó hasta el final con la carita alta. El Cid se encajó de primeras y sin pruebas, pero lo desplazó después más de la cuenta. Dos tandas con la diestra tuvieron entrega. Forzados los muletazos, y los talonazos en desplantes exagerados. Una estocada tendida. El cuarto fue topón. Luque lo toreó muy despacito con el capote y en verónicas de mano de salida alta, según el patrón de Morante. Fueron los lances más bonitos de la tarde. Sobresaliente era el sevillano Fernández Pineda y Luque lo invitó a quitar. Ya estaba el toro menos querencioso y el quite no tuvo brillo. Ni la faena con ese aire de torero toreadísimo que destila Luque. Una estocada a capón. Ocho toros llevaba El Cid matados ya en Sevilla este año; nueve Luque. Ni una vuelta al ruedo ninguno. El quinto peleó de bravucón en el caballo y tuvo su gas. Brindó El Cid al público. No fue toro de brindis. Más de pelearse que de dibujar. Serio el intento de El Cid, pero se distraía el toro. Un pinchazo, una estocada baja. El sexto, serio de cara pero muy terciado, fue protestado de salida y estuvo a punto de cuajar la reclamación. Salvado por la campana, fue toro de buen aire. No entró la gente en la faena de Luque, que tuvo sus episodios notables, pero estuvo contagiada por la rutina.