Norman Foster, protagonista de una cinta. :: AGENCIAS
Sociedad

«La dimensión estética de una obra no sirve si no es útil»

Un documental repasa la vida y obra del titán del diseño, que a sus 76 años corre maratones y salta de un continente a otro Norman Foster Arquitecto

SAN SEBASTIÁN. Actualizado: Guardar
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Es la gran estrella mediática de la arquitectura moderna. Norman Foster está detrás de algunas de las construcciones más célebres del planeta: el Parlamento alemán, el viaducto de Millau (el más alto del mundo), la torre Swiss Re y el aeropuerto de Pekín, el edificio más grande jamás construido. Su estudio, Foster & Partners, emplea a 1.400 arquitectos en más de veinte países. A sus 76 increíbles años, Lord Foster (renunció a su escaño para no tener residencia fiscal en Reino Unido) viaja en jet privado y recibe honores de jefe de Estado. Ha ganado el premio Pritzker, el Príncipe de Asturias de las Artes...

Foster ha llegado a San Sebastián procedente de Nueva York. Antes hizo una parada en Suiza para una comida de negocios. Le acompaña Elena Ochoa, la psicóloga española con la que se casó en 1996, y los dos hijos de la pareja. El documental '¿Cuánto pesa su edificio, Sr. Foster?', de Norberto López Amado y Carlos Carcas, repasa la vida y obra de este titán del diseño, que nació en un pobre suburbio de Manchester y se ha empeñado en cambiar la faz del mundo. Las fascinantes imágenes de sus colosales construcciones en acero y vidrio se completan con entrevistas a amigos como Bono, Richard Serra y Anish Kapoor. El tono hagiográfico -produce Elena Ochoa- descubre a un superhombre que corre maratones, esquía y anda en bici mientras viaja por el mundo y se confiesa obsesionado por la preservación del medio ambiente.

- ¿Cómo le convencieron para dejarse grabar durante dos años, incluso en su intimidad?

- Rodar una película sobre mi vida era la última de mis prioridades. Pero mi esposa es muy persuasiva. Ella me convenció de que podía ser una buena idea, de que debía comunicar que la arquitectura es importante. Demostrar que si tienes una pasión, si realmente crees en algo, es posible hacer realidad lo soñado. Yo no impuse nada en el documental, confié en los directores.

- En el filme cuenta algunas de sus desilusiones profesionales. ¿Cuáles son los momentos más felices en su vida?

- Seguramente aquellos que no necesitan palabras. Hay una escena en la que estoy con mi hijo Eduardo en una barca. Creo que es evidente que en ese momento soy extraordinariamente feliz. Me considero un hombre afortunado por tener una familia fantástica. Y mi trabajo me encanta. Disfruto de la vida: viajar, comer...

- Usted diseñó el Metro de Bilbao. ¿Qué piensa de la transformación que ha sufrido la ciudad?

- Hace tanto tiempo... Lo interesante del espacio público en las ciudades es cómo la gente se desplaza de un área a otra, la calidad de esos desplazamientos. Eso es más importante que cualquier edificio. El Metro de Bilbao -que tiene buena parte de culpa en esa transformación- se concibió como una parte importantísima de la ciudad. Las Administraciones que encargaron el proyecto plantearon un concurso de arquitectos porque era todo un reto de ingeniería por las obras y, al mismo tiempo, un gran proyecto arquitectónico, y eso no siempre se tiene en cuenta. Había que minimizar el impacto medioambiental, la prioridad era conectar el mundo exterior y la experiencia de utilizar nuevos espacios subterráneos. El Metro de Bilbao es uno de mis mejores trabajos, tuvo algo de visionario.

- No se considera a sí mismo un artista.

- La dimensión estética de una obra no sirve para nada si no es útil. El diseño, sea el de una mesa, un puente o toda una ciudad, trata de mejorar la calidad de nuestra existencia. Un aeropuerto puede ser un sitio donde sufrir una experiencia muy desagradable, pero también lo hemos redescubierto como un crisol cultural esencial. Mi obligación es que el usuario se sienta a gusto.Un puente es la unión más corta entre dos sitios, pero también proporciona placer estético y puede convertirse en un símbolo del lugar. El Reichstag es el centro del Gobierno alemán, pero también recoge el peso de la Historia y proporciona una nueva perspectiva sobre la ciudad.

- ¿Cómo afecta la actual crisis económica a la arquitectura?

- Creo que éste es un momento de esperanza, un momento para invertir. En los momentos de recesión se han producido piezas arquitectónicas fundamentales; París se transformó en el siglo XVIII y en Nueva York se construyeron durante la Gran Depresión retos arquitectónicos como el Empire State y el edificio Chrysler. Estoy seguro de que si miramos hacia atrás dentro de diez años, nos asombraremos de las increíbles inversiones que está haciendo China en su red de trenes de alta velocidad. Yo soy optimista y curioso.

- ¿Qué piensa cuando escucha el término arquitecto estrella?

- Depende de cómo interprete usted el término estrella. La arquitectura es un proceso lento. Cada edificio es un proyecto individual, hay que tomarse su tiempo, varios años. Me gusta pensar que yo aporto mi experiencia a todos los proyectos de Foster & Partners, pero abordándolo como si fuera el primero que hago.

- ¿Cuáles son sus ciudades favoritas en términos arquitectónicos?

- Vengo de Nueva York y todavía estoy contagiado de su increíble energía. Lo mismo le diría de Moscú, Madrid... Viajo por todo el mundo empapándome del ADN de las ciudades.

- Su primera mujer (con la que tuvo cuatro hijos) murió de cáncer y usted superó la misma enfermedad hace 11 años. Le daban tres meses de vida.

- Miré el reloj y pensé en lo poco que me quedaba. Pensé que era el fin del mundo, pero lo superé y es algo de lo que hablo en el documental. Porque mi experiencia y la de gente como Lance Armstrong puede ayudar. Compartir algo así puede ser muy enriquecedor.

- ¿De qué parte de su vida se siente más orgulloso?

- He heredado los valores de mis padres y se los he procurado transmitir a mis hijos. Me refiero a mis padres y también a todos los profesores que he tenido, ha sido una suerte contar con esas buenas influencias y poder comunicarlas.