ESPAÑA

Un mensaje para consumo interno

Los terroristas tratan de aplacar la decepción de la izquierda 'abertzale' y de los mediadores internacionales

MADRID. Actualizado: Guardar
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El nuevo comunicado de ETA es un intento de arreglar el patinazo cometido con el mensaje del 5 de septiembre, con el que defraudó las expectativas abiertas en la izquierda 'abertzale' y en el grupo de mediadores internacionales que trata de buscar una salida a la organización terrorista. Pero tampoco esta vez lo ha conseguido porque no ha cumplido ninguna de las exigencias planteadas pues ni anuncia el desarme ni asume la verificación internacional.

Solo acepta «estudiar» con los firmantes de la Declaración de Bruselas «los pasos que necesita el proceso democrático, incluidos los compromisos que debe aceptar ETA». No eran este movimiento lo que pedían quienes suscribieron el 29 de marzo pasado el documento de la capital belga.

Los premios Nobel de la Paz, fundación Nelson Mandela, el arzobispo sudafricano Desmond Tutu, el ex presidente de ese país Willem de Klerk, el ex presidente de Irlanda del Norte John Hume y la ex presidenta irlandesa Mary Robinson, entre otros, reclamaron un «alto el fuego permanente y completamente verificable». La izquierda 'abertzale' ha pedido lo mismo a ETA en reiteradas ocasiones. Pero ni en el comunicado transmitido a través de la BBC hace dos semanas ni en el de ayer se mencionan esos gestos, que serían los únicos que serían tenidos en cuenta por el Gobierno y las fuerzas democráticas.

Lejos de anunciar el fin de la violencia, la organización terrorista se dirige en su habitual lenguaje ambiguo a los gobernantes de España y Francia para que adquieran compromisos multilaterales» y los desarrollen «a través del diálogo y la negociación». Una petición que nace muerta, y que además es confusa pues no especifica quien entra dentro de esa multilateralidad.

Los terroristas deslizan asimismo dos perlas en su escrito, una se presta a todo tipo de interpretaciones, y la otra causa estupor. Señala que «frente a la cerrazón de Francia y España, ETA ha hecho zarpar de nuevo el barco de la oportunidad para la resolución democrática del conflicto, y ha tomado la primera decisión sin echar el ancla, con disposición a navegar en aguas más profundas». Un símil marino del que se puede concluir cualquier cosa, desde su disposición a dar nuevos pasos de mayor calado con la alusión a las aguas profundas, o a que se guardan la baza de las armas con la negativa a echar el ancla.

ETA remata su escrito con una reflexión inaudita: «Es difícil entender la lucha armada en Europa». Algo que la organización terrorista no había dicho nunca pues implica poner en solfa su razón de existir. Pero lo hace para señalar que si entraña dificultades asumir que en el siglo XXI haya grupos que utilizan la violencia para alcanzar objetivos políticos «más difícil» aún es que «a los ciudadanos vascos se les niegue el derecho a decidir su futuro libre y democráticamente». Una comparación, cuando menos, estrambótica.