Sarkozy saluda a operarios de la construcción durante una visita a Villeneuve Le Roi, en los alrededores de París. :: REUTERS
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Sarkozy incendia la polémica con la UE

El presidente galo sugiere que el país de Reding acoja a gitanos, mientras la comisaria se disculpa

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Francia comienza a pagar un precio elevado por su política de expulsión de gitanos. Tras las incendiarias declaraciones el martes de Viviane Reding, que ayer juzgaban excesivas sus correligionarios del PPE en la Eurocámara, su compañero en la Comisión (CE) Michel Barnier, la cancillería alemana y destacadas voces de la escena política gala, la jornada registró una escalada verbal en la que intervinieron Nicolas Sarkozy y, por alusiones, el ministro luxemburgués de Exteriores, Jean Asselborn.

En medio del alboroto, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, se vio en la necesidad de salir en amparo de su comisaria, que también es vicepresidenta -«expresó su posición tras consultas conmigo y cuenta con mi pleno respaldo»-, vilipendiada en círculos próximos al líder francés. El asunto será abordado hoy por los jefes de Estado y de Gobierno comunitarios a instancias de Sarkozy, durante una cumbre extraordinaria convocada en Bruselas hace meses para debatir asuntos de política internacional.

Ayer, la discusión estaba más centrada en lo que parece un exceso verbal de la comisaria, como traer a colación las exacciones nazis con las minorías, que la cuestión en sí. En este sentido, Angela Merkel indicó que «el tono y la comparación con los eventos históricos no fueron muy apropiados». Pero Sarkozy tampoco ayudó a calmar los espíritus al recomendar que Luxemburgo, el país de origen de Reding, dé cobijo a gitanos que abandonan Rumania y Bulgaria.

Según Bruno Sido, uno de los asistentes a la reunión que el mandatario galo mantuvo con senadores de su partido, Sarkozy sugirió que «estaríamos muy felices si Luxemburgo pudiera acoger a algunos gitanos». Asselborn tuvo que recordarle al inquilino del Elíseo que la comisaria no hablaba como ciudadana luxemburguesa, sino como miembro destacado del Gobierno de la UE. Otro vicepresidente de la CE, el español, Joaquín Almunia, rompió una lanza a favor de su compañera al manifestar que es necesario reaccionar con firmeza ante «populismos que están degenerando en tintes xenófobos» y en actuaciones «incompatibles» con los derechos humanos.

Mandatario indignado

Da igual. El presidente francés, que se decía indignado, mantenía sus propósitos y hablará hoy de todo ello en Bruselas, ante sus compañeros del Consejo Europeo. Seguro que en este foro contará con el apoyo del italiano Silvio Berlusconi, quien ayer manifestó que «la señora Reding haría mejor en tratar el asunto en privado con los dirigentes franceses antes que en público como ha hecho».

A últimas horas de ayer se supo que, Reding, según un comunicado de la presidencia gala, había pedido disculpas lamentando las «interpretaciones» de sus palabras ya que «en ningún caso» quería establecer paralelismos con la persecución de gitanos durante la época nazi. El Elíseo indicó que tomaba nota de la matización de unas expresiones «excesivas».

No existen antecedentes de una confrontación tan virulenta entre la Comisión y Francia. Coincidiendo con el primer mandato de Jacques Chirac, Francia anunció la realización de ocho pruebas nucleares en el atolón de Mururoa entre septiembre de 1995 y mayo de 1996, lo que le valió al entonces presidente una monumental bronca en el Parlamento Europeo. En la CE en cambio, como ahora, se limitaron a recabar información de París. Jacques Santer, entonces al frente del Ejecutivo comunitario, tuvo que asumir la política gala de hechos consumados cuando, mientras esperaba esa información, los franceses detonaron la primera de sus bombas. Se limitó a lamentarlo.

Esta vez, la Comisión, cuya pasividad ha sido severamente criticada por la Eurocámara, ha tenido una reacción bastante más aparente que en 1995. La responsabilidad hay que atribuírsela a Reding, una mujer que ha mostrado un cierto coraje en sus discusiones con las empresas de telecomunicaciones a cuenta del abaratamiento del 'roaming' (llamadas de móvil desde el extranjero al país de origen o viceversa).