Opinion

Caída esperada

El Gobierno no puede seguir subvencionando al sector del automóvil pese a la crisis

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La caída de la venta de vehículos ha sido relevante en julio -el 24%-, como era de esperar, aunque el mal dato no tiene que ser necesariamente significativo. Desde hace tiempo, eran conocidas la subida del IVA en el segundo semestre del año -dos puntos porcentuales de encarecimiento- y la conclusión del Plan 2000E, dotado con 100 millones de euros, que han permitido contribuir a financiar 200.000 automóviles. No es, pues, extraño que una mayoría significativa de ciudadanos adelantase la adquisición de su vehículo para beneficiarse de ambos factores, lo que explica la fuerte desaceleración de las ventas al arrancar el segundo semestre. Esta evidencia queda demostrada con un dato adicional: en realidad, la caída ha afectado a las ventas a particulares, que se han desplomado un 45,7%, hasta solo 41.863 turismos nuevos. Sin embargo, la venta a empresas de alquiler se ha incrementado un 21,8% en julio, mes eminentemente turístico, dado que dichas empresas no se ven afectadas por el IVA ni pueden beneficiarse del plan 2000E ya que sus coches usados no van al desguace sino al mercado de segunda mano. Además, la venta de turismos acumulada entre enero y julio sigue siendo un 26,8% superior a la del mismo período de 2009, que fue un año pésimo para el mercado automovilístico (la caída con respecto al año anterior fue del 38%); todavía no puede hablarse, pues, de que se ha frustrado la recuperación. De hecho, las previsiones anuncian que el año acabará aproximadamente como el anterior, con unas ventas totales de unas 950.000 unidades. Las dos asociaciones del sector, la de fabricantes (Anfac) y la de vendedores (Ganvam), han pedido audiencia al ministro Sebastián para solicitarle una prórroga del Plan 2000E. Y argumentan que ya se han pedido en el sector unos 30.000 empleos directos y el triple indirectos. No parece que las cuentas públicas, sometidas a un doloroso ajuste que afecta particularmente a funcionarios y pensionistas, esté para seguir subvencionando a un sector que, aunque deprimido por la crisis, está logrando capear el temporal. Máxime cuando el sector mismo reconoce que las cifras de 2007, en plena euforia de la célebre burbuja, no volverán jamás.