Tribuna

Los avisos de Gaia

ECONOMISTA Actualizado: Guardar
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Vivimos el cambio más profundo de toda la historia de la humanidad. El momento histórico en que nace la conciencia de humanidad, el «alma» común de todas las culturas, civilizaciones y razas que nos permitirá unir a todas ellas en una única humanidad que nace y vive en un único mundo y que se dotará de un Gobierno mundial democrático para los asuntos que necesariamente requieren de respuestas globales: el cambio climático, la desigualdad y hambre mundial, las migraciones y el control de las transacciones financieras internacionales.

Y este cambio ya ha comenzado. Podemos decir que se inició a finales de la década de los sesenta del siglo XX con la revolución del 68 que se manifestó como rechazo de un modelo de vida basado en el consumismo y en la deshumanización de los valores dominantes en la sociedad. Desde entonces la humanidad ha ido conociendo los mecanismos de funcionamiento del sistema integrado de vida del que formamos parte y somos su conciencia, Gaia, la biosfera del planeta, recibiendo avisos para que actuemos con sentido común y justicia social, porque la amenazamos con nuestro comportamiento parasitario.

Primero fue la deforestación y la desertización de más de un tercio del suelo con la pérdida de la biodiversidad asociada. En segundo lugar fue la contaminación de los océanos con su creciente acidez, pérdida de algas y placton, poniendo a numerosas especies marinas en peligro de extinción. En tercer lugar la contaminación y pérdida de las fuentes de aguas potables que ya amenazan de muerte a gran parte de la humanidad y son motivos de guerras locales cada vez más extendidas. En cuarto lugar ha sido la contaminación del aire que ha provocado el agujero en la capa de ozono y la pérdida de protección sobre los vientos y radiaciones solares. El sistema integrado de vida que conocemos como Gaia, la Madre Tierra, está en peligro inminente, y con ella la humanidad entera.

Hemos perdido ocasiones para ese cambio de comportamiento que necesitamos y que cada vez es más urgente: la cumbre de Río de Janeiro en 1992, Kyoto en 1997, Bali 2007 y Copenhague 2009. Las cuatro reuniones del G 20 han sido otras tantas ocasiones perdidas. La apertura del pozo de BP a 1.500 metros de profundidad en el Golfo de México y el caos generado por «ahorrar en costes empresariales» de alcance aún indeterminado, en una zona que ha provocado en dos ocasiones anteriores extinciones masivas de la vida en el planeta al liberar la acumulación de metano bajo la corteza del fondo marino, es el primero de los últimos avisos. El ataque a Irán, que ya está preparado para el mes de agosto será el siguiente, y será el detonante que unirá y hará saltar a la población árabe. El detonante de una posible tercera guerra mundial.

La crisis del sistema financiero internacional en octubre de 2008 puso en marcha un proceso imparable que arrastra a toda la humanidad a la conciencia de la necesidad de este cambio profundo de forma de vida.

De la negación de la crisis del sistema a finales de 2008 se pasó a buscar responsables individuales sobre los que descargar la ira de los damnificados. Con las reuniones del G-20 se intentó negociar una salida dentro del propio sistema, con la misma forma de hacer las cosas, con más consumo y más endeudamiento, entre «todos» (incorporando a los cada vez más fuertes países emergentes del BRIC) Con la última reunión en Canadá, vimos que eso no es posible. Las tensiones entre los diferentes estados y actores políticos que defienden intereses contrapuestos se agudizan.

Existe una salida pacífica en la correcta dirección del «bien vivir» aceptando que tenemos que hacer las cosas de otra forma, con otros objetivos, con otros valores y motivaciones. A los objetivos, motivaciones y valores hegemónicos del sistema por y para el capital se le contraponen los objetivos, motivaciones y valores del nuevo sistema por y para la humanidad. Al «mal vivir» actual se le contrapone el «bien vivir» que ya podemos visualizar del mañana.

El ataque a Irán creara desorden, confusión y peligro para toda la humanidad. La recaída en la crisis hará saltar el sistema financiero internacional basado en el dólar. La humanidad se adentra en un periodo de agotamiento de fuerzas y cansancio, de depresión colectiva que deberemos superar aceptando los inevitables cambios en la forma de organizarnos y de relacionarnos con nuestro planeta. La situación límite hará florecer la necesidad de la nueva conciencia, empujando a toda la humanidad a luchar por los cambios, renaciendo en una nueva humanidad, repensándose y reorganizándose a sí misma.