La Fiscalía acusa a una mujer de atentado a la autoridad por pegar a la maestra de su sobrino

Como un policía o un alcalde. Desde hace cuatro años, también los profesores de colegios son considerados como autoridades públicas, y por lo tanto, cualquier agresión contra ellos o sólo el intento de ataque, debe ser castigados de manera más dura que si la víctima fuese cualquier otra persona, al considerarse un delito de atentado a la autoridad.

Esta aplaudida interpretación del Código Penal comenzó a aplicarse a finales de 2006 como un merecido reconocimiento a los profesores, que en los últimos años reclamaban más seguridad en su profesión, al verse desautorizados por muchos de sus propios alumnos y, lo que es más grave, también por los padres de estos, que se enfrentan con los docentes hasta el punto de llegar a atacarlos.

Por esta vergonzosa situación se sentará ante un juzgado de lo Penal una vecina de Cádiz, tía de un alumno del instituto San Severiano de la capital que, en diciembre de 2009, golpeó supuestamente a una profesora del centro porque le había reprochado el «constante absentismo» de su sobrino, que cursaba 2º de ESO.

La Fiscalía pide para ella una pena de dos años y cinco meses de cárcel por un delito de atentado, además de dos multas de 320 euros y 120 euros por faltas de lesiones y de vejaciones, y una indemnización de 1.000 euros a la maestra. La agresión tuvo lugar el 16 de diciembre de 2009, cuando la acusada acudió al instituto junto a la abuela del menor para pedir explicaciones por el bajo rendimiento del niño, que la profesora de ciencias naturales achacó a «su constante absentismo».

De baja por estrés

Al no aceptar esta razón, la mujer comenzó a gritar a la docente, que intentó marcharse del aula para evitar el conflicto. Entonces la acusada se abalanzo contra ella y la «golpeó en la frente con un cuaderno», según el fiscal. Por suerte, el director del centro pudo detenerla, ya que trataba golpear a la maestra con una caja y tirarle una mesa encima. La víctima sufrió un grave cuadro de estrés que la obligó a medicarse y darse de baja.