Manuel Alcántara

Grandes facilidades

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Los que quieran dejar de trabajar, bien porque estén cansados o porque hayan adquirido la certeza de que hacerlo diariamente no es el mejor procedimiento para enriquecerse, van a contar con enormes facilidades. Enormes. ¿Por qué avisarles? Las malas noticias se propagan solas y de aquí en adelante el despido será sin previo aviso y con un mes largo de indemnización. Al parecer, el Gobierno socialista, muy a su pesar, pero más al de los despedidos, no ha encontrado otra solución. O no la ha buscado.

Los sindicatos tienen un papel muy difícil en el drama y por muy buenos actores que sean serán abucheados por el público de las localidades altas, aunque les aplaudan los de las plateas. Lo que está más claro en esta oscura noche es que los sindicatos no serán libres hasta que se liberen de los llamados 'liberados'. Mientras no se sufraguen con las cuotas, mucha gente los considerarán filiales del poder. Ahora han hecho algo surrealista: aplazar su indignación. Como los malos estudiantes, han dejado para septiembre el examen de la asignatura. Cuando pase el verano exhibirán su rabia, pero no es cosa de precipitarse, con el calor que hará en julio y en agosto. Ya que a los trabajadores no habrá que avisarles, los sindicatos avisan con tiempo y ya se sabe que no es traidor el que avisa, sino previsor del porvenir.

Hemos plagiado, en cierta medida, la legislación laboral de Austria, pero el experimento puede fracasar por falta de austriacos. Eso de posponer el cabreo hasta dentro de un trimestre se le puede hacer muy largo a quienes tengan redactadas sus pancartas. No puede extrañarle a nadie que quieran emplear los palos que las sostienen para otros menesteres. Para colmo de nuestros abundantes males, el petardo de la selección de fútbol ha empeorado las cosas, que aún tienen arreglo. A 'La Roja' le quedan dos partidos. Roguemos a nuestros dioses que sean mejores que los dos partidos políticos de que disfrutamos.