Iniesta trabaja con un fisioterapeuta en presencia del seleccionador. :: REUTERS
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El cuidado de la porcelana

Vicente Del Bosque extrema las precauciones con sus jugadores en los días previos a su estreno mundialista

POTCHEFSTROOM. Actualizado: Guardar
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A cuatro días de su estreno mundialista, en la selección española sólo se advierte una preocupación: que todo siga igual, que no pase nada, que ninguna incidencia en forma de molestia o de lesión altere la estabilidad del grupo. A diferencia de muchos de sus rivales, que a estas alturas todavía viven entre interrogantes y dudas metódicas, a España sólo le inquietan las malas jugadas del destino. Las cosas feas del azar. Es lo que tiene ser un equipo hecho en el que todo está perfectamente interiorizado, comenzando por el estilo de juego y siguiendo por los actores principales que lo pondrán en práctica a partir del próximo miércoles en Durban. La Roja, en fin, dispone de algo parecido a la poción mágica y, como los galos de la aldea de Asterix, sólo teme que el cielo le caiga sobre la cabeza. De ahí que ayer, en la sesión matinal de entrenamiento en las instalaciones de la Northwest University de Potchefstroom, se encendieran brevemente las alarmas cuando Xabi Alonso se retiró a vestuarios antes de tiempo, un cuarto de hora antes que el resto de sus compañeros.

Como es natural, el doctor Óscar Celada, responsable médico de la selección, se vio obligado a dar un parte de urgencia. Habló de una pequeña sobrecarga sin importancia y de que el futbolista se había retirado por simple precaución. Lo cierto es que la palabra precaución es la que mejor define, en este momento, el ambiente que rodea a La Roja. Un equipo de fútbol no deja de ser un ecosistema muy frágil, algo de lo que pueden dar fe muchas selecciones que, en los últimos días, han sufrido la pérdida de piezas importantes. De modo que, ante la inminencia del debut, todas las precauciones son pocas. Y más cuando se trata de jugadores como Xabi Alonso, una pieza clave en la estructura de Vicente del Bosque, el primer convencido de que buena parte de las posibilidades de España en Sudáfrica pasan porque la conexión Xabi-Xavi se active a plena potencia.

Por cierto, al seleccionador nacional habrá que preguntarle algún día si, cuando observa desde el banquillo al medio centro del Real Madrid ejerciendo de mariscal prusiano como hizo ante Polonia, no se felicita en secreto de cómo ha mejorado la familia Alonso en lo futbolístico con el paso generacional del padre al hijo. Y es que hay que recordar que Periko Alonso fue uno de los peores rivales con los que se enfrentó Del Bosque en su etapa de jugador. El padre de Xabi era un rottweiler al que le soltaban la cadena con el pitido inicial de los partidos, todo lo contrario que el técnico salmantino, un futbolista muy técnico, lento y cadencioso, de cabeza alta y buenas pausas para hacer la digestión de las jugadas. Sus duelos fueron duros y, en uno de ellos, allá por 1979, el seleccionador fue expulsado en el viejo campo de Atocha, cansado de las dentelladas al tobillo de su marcador. Otros tiempos, sin duda.

Iniesta, un seguro de vida

La palabra precaución sirve también para definir el proceso de recuperación de Andrés Iniesta. Desde que pidió el cambio en el minuto 38 del amistoso ante Polonia, que él mismo se encargó de encarrilar con dos destellos de los suyos, el foco de la actualidad de la selección española quedó posado en el genio de Fuentealbilla. Su papel en la selección es igualmente decisivo. España, como el Barcelona, puede jugar bien sin él, pero con Iniesta en buena forma da un salto de calidad. Se puede decir que entra en otra dimensión. El talento de este futbolista único se antoja una baza fundamental para una selección que sabe perfectamente lo que va a encontrarse a partir del próximo miércoles: rivales encerrados, dispuestos a combatir en cada metro, a cerrar todas las líneas de pase, a no dejar ninguna rendija por la que se pueda colar la luz.

En esa tesitura, Iniesta es un seguro de vida. Así lo reconoció ayer en rueda de prensa David Silva, uno de sus compañeros en la cofradía del tiqui-taca. «Es muy importante para nosotros. Está a un buen nivel y se le ve muy contento. Tuvo un pequeño percance ante Polonia, pero se está recuperando muy bien. Estoy seguro de que nos va a dar muchas alegrías», comentó el zurdo de Arguineguín, que no dudó en calificar de «fenomenales» tanto el ambiente de la selección como las instalaciones de Potchefstroom en la que España tiene su cuartel general.

«Casi bien»

Iniesta, efectivamente, está contento, ardiendo en deseos de incorporarse de nuevo al grupo. Quiere jugar ante Suiza, aunque es consciente de que Vicente del Bosque no arriesgará en absoluto con él. El edema del manchego ya está prácticamente superado y ayer pudo forzar su puesta a punto. Tras pasar por manos de los fisioterapeutas y sudar luego un poco en el gimnasio, el jugador del Barcelona salió al campo de entrenamiento, entre los aplausos del público, en compañía del readaptador Hugo Camarero. Las series de carrera se fueron intensificando e Iniesta las superó sin complicaciones. Tampoco las tuvo tocando el balón. Cuando se retiraba a vestuarios, se detuvo a firmar algunos autógrafos y escuchó la pregunta de un periodista arrimado a la verja.

-¿Ya estás bien, Andrés?

-Casi, respondió, con una amplia sonrisa.

Por la tarde, Vicente del Bosque continuó protegiendo a los suyos. Iniesta siguió con su plan de recuperación y a Xabi Alonso se le unieron en el gimnasio, sin participar en los partidillos de la sesión vespertina, Xavi, Busquets y Piqué. Los tres vienen muy zurrados y el seleccionador prefirió darles descanso. Con la porcelana, ya se sabe, hay que tener mucho cuidado.